viernes, 26 de julio de 2013

LA ÑUSTA (Conclusión)



Esta historia está dividida en cinco partes. Esta es la última. Para ir al comienzo, vaya a la columna de archivo del blog y abra el 30 de junio.


Era el miércoles siguiente. Juliana vio a Tony entrar al bar alrededor del medio día. El tenía una sonrisa como de un niño como cuando sale de la escuela. El patrón del bar hablaba por teléfono, así que ella se acercó hasta donde había quedado parado.
--Hola Casimiro. ¿No has ido a trabajar hoy?
--Tony nomás dime. En mi trabajo he pedido permiso para venir a verte un ratito.
Ella se quedó mirándolo en silencio. Él la miraba también, con ojos de enamorado, no lo podía evitar. Estaba ansioso por contarle lo que había hecho para ayudarle. No sabía como empezar. Finalmente decidió simplemente pedirle de encontrarse con él.
--Algo tengo para contarte sobre ese dinero que te deben. Seguro estoy de que pronto te van a cancelar...
    Ella quedó sorprendida. De pronto los interrumpió el patrón del bar con una expresión poco amigable al advertir la presencia de ese muchacho cuya cara ya le era familiar.
---Juliana, teléfono para vos.
---Si son los gusanos--, dijo Tony sin que la cara del patrón apagara su sonrisa. y aclarando lo del mote aquél---, te están llamando por lo que te estaba diciendo--. Juliana seguía sin entender.
--- ¿Cómo sabes?
--- Todito lo que pasó con esa gente te quiero contar. ¿Podemos vernos esta noche cuando salgas de aquí?
   Ella se quedó mirándolo. Vio a su patrón  sosteniendo el tubo del telèfono, impaciente. --- Esperame un poquito, voy a ver quién me está llamando, ¿ya?.
      Ahora que estaba solo, espantado por las dagas que lanzaban los ojos del patrón, Tony salió a esperarla sobre la vereda. A través de la ventana vio que Juliana, al teléfono, al principio se sorprendió; después irradiaba satisfacción mientras su esbelto cuerpo se mecía suavemente, la mirada perdida. Cuando terminó de hablar, salió a ver a Tony.
--- Esta noche no va a poder ser. Un compromiso tengo.
--- ¿Con quién?
---Tenías razón: dice que me van a pagar hoy a la salida de aquí---. Su sonrisa de satisfacción era contagiosa. Tony estaba tan o más contento que ella; estuvo a punto de contarle todo lo que había pasado y cómo él se había involucrado, pero el patrón apareció junto a ellos.
---Che, dejala. Está en horario de trabajo.
    Juliana se apresuró a despedirlo. ---Mañana nomás nos vemos a la salida ¿ya?
--- ¿Hoy nomás te pagan entonces?
--- Así ha dicho.
---¿La mujer  del patrón del Félix?
--- Su hijo me ha llamado...
     La sonrisa de Tony se achicó, pero él se esforzó en evitar que desapareciera.
---Mañana jueves, nos vemos ¿ya? A la salida.
    Un golpe de fastidio del patrón sobre el mostrador que sonó como un estampido hizo que se despidieran rápidamente. La dicha no había quedado completa para Tony. Mañana se encontrarían, sí, pero ¿qué tenía que ver el gusanito en todo esto? ¿Le habría pedido Estela Guzzano que se ocupara del pago? En ese caso mejor le hubiera adelantado a Juliana sobre su intervención y la de su amigo en el asunto. Ahora solo quedaba esperar para verla al día siguiente. Con una mezcla de pensamientos dándole vueltas por la cabeza se fue caminando de regreso a la obra donde le esperaban sus compañeros y mucho escombro para transportar..


      Pero retrocedamos un día, al martes por la noche. Era el cumpleaños de Estela Guzzano. La familia cenaba en la casa de Parque Patricios.
  --- ¿Y no dijiste que te ibas a regalar una cartera, como la de Mirtha Legrand?---, preguntó Chiche Guzzano sin mirar a su esposa, que estaba sentada a la mesa a su lado.
--- No. Mis ahorros son para otra cosa--, dijo Elena con bronca por haber tenido que renunciar a esa cartera. Ni loca iría a contar sobre la advertencia de que pagara la deuda a Juliana y lo de la “bruja”. Chiche la habría matado.
     Federico iba a sacar el asunto de la deuda, pero era innecesario ahora porque él también había estado actuando en secreto.
---Sí, mejor guardá tu plata para los gastos de Italia. Yo más no pienso gastar, eh ---, dijo Chiche con la boca llena.
---¡Ah no! Vos algo me tenés que regalar. ¡Y de Europa, eh!
--- ¡Olvidate! Fede, pasame el pan.
---Che, dejen de pelear. Después mamá empieza con la jaqueca…
---Se supone que no voy a volver a tener más jaquecas ---, dijo Estela, mirando hacia la pequeña superficie de pared arreglada por el albañil boliviano. No habían aparecido otras manchas, lo cual era un buen signo.
---Y vos Fede, ¿Ya contrataste nuestro paquete(1), ya hiciste todo?--, dijo Chiche.
---Sí, ya hice todo. Ahí están los vauchers--- dijo el hijo señalando un mueble en el comedor. Estela se levantó para agarrarlos.
--- ¡Ahora no, mamá. Sentante a comer!
Pero Estela no hizo caso. Cuando agarró los vauchers chilló como una ambulancia.
---¡Ay, te mato! ¡En ATI Viajes, no! ¡Es una agencia de merda…!
---Bueno, ustedes siempre quieren ahorrar, ATI tiene precios buenos.
---¡Después quiero ver la diferencia en el saldo de mi cuenta, eh!-, lo interrumpió Chiche.
---¡Me vuelve el dolor de cabeza! ¡Aaaay!
   El grito de Estela salvó a Federico de la auditoría financiera de su padre. No convenía que la hiciera. Estela se levantó y volvió a la mesa con algo que había sacado de su cartera.
--- ¡Madre mía!. ¿Qué hacés con ese salero en tu cartera?---, dijo Chiche llenando su vaso con vino tinto.
---¿Qué es eso que me ponés? ¿Me querés envenenar por lo de ATI Viajes?—dijo Federico viendo cómo su mamá agitaba el salero con el locoto en polvo que le había dado doña Dorotea de Charrúa sobre el plato de los sorrentinos que estaban comiendo.
---Es un condimento boliviano – dijo Estela.
--- A mi no me pongas---, dijo Chiche con cara de asco.
---A ver… ---dijo Federico, interesado. “Un sabor de su tierra”, pensó, y  llevó el tenedor con un sorrentino a la boca. El picante era tan fuerte que la boca le dolió. Se puso rojo como una de las franjas que tienen en común las banderas boliviana e italiana. Le arrebató el vaso a su padre e hizo “fondo blanco”.
---- Por un rato, te va a pasar cualquier cosa menos dolerte la cabeza.---dijo Estela a su hijo.


    Jueves a la tarde. Tony la fue a esperar como habían arreglado.
   ---…entonces me ha dicho: “tomá, esta es la plata que te deben mis viejos,” y me ha dado un sobre. Yo lo miré y le dije: Pero tu mamá ya me ha pagado hoy. Por el bar ha venido a la tarde. Me hecho firmar un recibo. Y al patrón también le ha llamado para que sea testigo…
   Juliana le contaba a Tony lo que había pasado el día anterior, miércoles, cuando finalmente le pagaron. El la acompañaba a que  tomara el colectivo a su casa, en Villa Celina. Tony ya le había contado sobre su participación en el plan del ojeo y la mancha de humedad. Por supuesto, Félix recibió su crédito. Las risas de ambos hacía que los transeúntes que andaban por la Avenida La Plata se dieran vuelta para verlos.
--- ¿Otra vez te ha querido pagar el gusanito, entonces? Si la vieja más temprano la plata ha ido a largar…
---¡Y qué loca estaba! “¡Más vale que ya no me duela más la cabeza o a Migraciones te voy a reportar!” me ha gritado delante de la gente, pero(3)...
   Tony se rió y disimuladamente puso un brazo alrededor de los hombros de Juliana. Ella simuló no darse cuenta. A él no le habría importado si hubieran tenido que caminar kilómetros.
--- No entiendo, pero. Si la mujer ya te pagó. ¿Por qué el hijo otra vez también te ha querido pagar?
--- Sí, pues, no sé por qué. Pero yo no lo he aceptado, aunque Federico mucho insistió en que lo tomara nomás(4), como compensación por cobrar tarde…
    A Tony no le gustó que ella llamara al “gusanito” por su nombre. Y dijo a pesar de sí mismo:
---Igual nomás, debías agarrar...
---No. No he querido.
---¿Y después qué han hecho?---, preguntó mirando a Juliana a la cara. La dicha de ir caminado con su ñusta ese hermoso anochecer se opacó por un instante.
---Después me ha mostrado las habitaciones de su departamento para cuando vaya a limpiarlo. Y después me he venido a mi casa.
---Y… ¿eso nomás ha pasado?—preguntó Tony temiendo la respuesta.
   Justo llegaron a la esquina de La Plata y Avenida Cruz. A lo lejos distinguieron al colectivo que se acercaba. Cruzaron la avenida corriendo hasta alcanzar la parada.
---Y eso nomás ha pasado---, dijo ella finalmente recuperando el aliento. En realidad, se guardó algunas cosas que sabía no le iban a gustar a Tony.
    El último espacio que Federico le había mostrado  de su departamento de Palermo fue el balcón con vista al Río de La Plata que asomaba por detrás de las líneas del ferrocarril. Ya había oscurecido, y la vista de la ciudad era soberbia. Juliana había quedado un momento contemplando embelesada el mar de luces. Y ahí fue cuando él se aproximó por detrás, y la tomó de cintura y pegó su cuerpo al de ella. Sorprendida, se dio vuelta y él la besó en la boca. Ella fue directamente a la puerta para salir de allí. El pidió disculpas pero intentaba seducirla con sus armas de galán. Hasta que abrió a boca:
---Juliana, disculpame, no quise propasarme pero para mí sos como un fuego que me quema por dentro después de comer un condimento de tu país--, dijo él sin pensar en lo que decía. Ella lo miró perpleja y puso su mano en el picaporte de la puerta. Ël ofreció llevarla en auto a su casa en Celina.
  Durante el viaje de vuelta él le contó cómo había hecho para deducir de los gastos de las vacaciones de sus padres el dinero adeudado. Ella dijo que lo devolviera ya que su madre le había pagado. Él le propuso riendo que ella lo guardara como garantía en caso de que a él se le diera también por no pagarle cuando ella limpiara su departamento. Lamentó --sin embargo-- haber hecho esa broma porque ella dijo que mejor no iba a trabajar para él, y tan seria se puso que él volvió a pedirle disculpas por el beso en el balcón. Durante el resto del viaje a Celina solamente se escuchó la radio del auto.

---Quiero verte más seguido, como amigo nomás— dijo Tony retirando disimuladamente el brazo de sus hombros. Era como si hubiese presentido la suerte de su competidor; ella se había puesto de pronto muy seria.
--- No te engañes. Los hombres siempre quieren más.
---Ya. Lo juro, como que me llamo Tony.
--- ¿Has visto? Casimiro te llamas, no Tony.

    Pararon el colectivo, y antes de que ella subiera se despidieron con un beso en la mejilla sin que él dijera de verse otra vez. Pero una vez que Juliana pagó el boleto, y ni bien se ubicó en un asiento doble que estaba libre junto a la ventanilla, Tony apareció a su lado.
---Es que yo voy hasta Charrúa...
--- ¡Vamos pues, Casimiro!
--- Shhhh
---Pero Casimiro te llamas. Lindo nombre es, zonzo.
   Un adolescente que iba de pie junto a ellos revoleó los ojos por lo hilarante del nombre. Al ver que eso la divertía, él se vengó pasando de nuevo un brazo por sus hombros. Ella no lo rechazó. Cuando pasaron por Charrúa, él no se levantó para bajar. Ella lo miró perpleja y él le mostró su boleto.
---Hasta Celina he sacado.
---Si vienes conmigo te vas a ojear --, le dijo ella con la misma expresión que tenía cuando contempló la vista nocturna de la ciudad desde el departamento del “gusanito”. Y Tony le robó un beso.
    En este segundo viaje que Juliana hacía acompañada a su casa en Celina hubo, en cambio, risas por la operación “albañil-chamán”, silenciosas y profundas miradas y hubo más besos.
     Tony y Félix habían viajado muchas veces a Villa Celina para disfrutar alguna comida típica de Bolivia, pero para Tony –o Casimiro, si quieren— en esta ocasión, el simple y ordinario viaje en colectivo a ese lugar tuvo el efecto de convertir las canciones de su cassette Románticos de Ayer en realidad.



                                                                                                                              F I N



Escenas que no entraron:

---Estela, ¿te quedó algo de ese picante? Me está doliendo mucho la cabeza…
---No, ¿sabés que no? Cuando volvamos al país voy a ver a esa bruja para comprar más. Pero tenés que acompañarme, es un barrio boliviano muy jodido.
---¿Bruja? ¡Para qué querés si vos ya sos!



---¿Qué estás haciendo con eso, Félix? Andá más bien a levantar un poco a la wawa. ¡Mirá cómo esta chillando, pues!
---Ya, enseguida. Estito quiero ver si arreglo. Es el caset del Tony que yo se lo hei roto.
---¡Qué caset ni caset! ¡Caset te voy a dar!
---¡Nooo!…¿y ahura? ¡Ya no se puede rescatar la cinta, pero!



--Mate de coca nomás debí haberle ofrecido a esta señora argentina. O alguna piedrita para sacar el aire…
                                     (Doña Dorotea)


--¡Corte! No, querido.  Dejate caer con todo el peso del cuerpo. Si no el cassette no se rompe.
-- Si lo ponemos de canto se rompe más fácil.
-- Bueno… Escena 604 Toma 4 “La Ñusta”.
    Luz…cámara…¡acción!



¿La cartera es de Mirtha Legrand o de Susana Giménez? Tiene que ser una bastante cara…



Che Casimiro, se te ve contento. Se ve que la estás poniendo...
                                                                                                   (El arquitecto de la obra)



                                          Dedicado a mis amigos Guillermo y Fredy.






viernes, 19 de julio de 2013

LA ÑUSTA (Parte 4)

Dos planes en marcha para lograr que Juliana cobre lo que le deben sus antiguos patrones, los Guzzano… Tony como albañil con el plan de Félix sobre el ojeo, y el hijo de Guzzano averiguando la manera de ubicar a la chica y exigiendo por ella. ¿Qué curso de acción dará resultado…?

   ---Y mirá, fijate si Juliana ya volvió de su país, ¡porque la que te limpia ahora no lo hace bien! ---dice Federico mirando la casa alrededor.
      Tony quedó inmóvil por un instante cuando escuchó que nombraron a su ñusta. (¿Por qué pues  este carajo a mi Juliana la está nombrando…?)
  --- No voy a pagar a otra persona cuando puedo limpiar yo misma. Además,
¿no ves que hay tierra porque está trabajando el albañil? ¡Dejá de criticar!— gritó Estela desde el patio.
   ---Ah cierto, mis  padres están ahorrando para irse a Italia. Imagino que tendrán unas deuditas aquí y allá ---, dijo él entendiendo el motivo por el que no le pagaron a Juliana ---. Igual, dame el número, por favor.  La quiero llamar yo—, Federico volvió a insistir.
    ---Te dije que se fue a Bolivia---, dijo ella perdiendo la paciencia y entrando también al living para inspeccionar el arreglo de la pared. Al mismo tiempo Tony salió al patio para preparar material en un balde, y se quedó allí en cuclillas meneándolo con la cuchara, con las orejas bien paradas. --- ¡Además no tengo más ese número! ¡Ay, se me parte la cabeza! ¡Dejame tranquila por favor, Federico…!


     Cuando Federico se fue, la mujer se quedó parada al lado de Tony, mirándolo aplicar el material que había preparado en el patio. Tony pensó que era el momento justo para poner en marcha la parte principal del plan. Si existiera el Premio Huáscar para la categoría “Mejor cara de Yo No Fui” he aquí el ganador.
    ---Después esto lo dejo alisado y hay que dejarlo secar.
    ---Mhm --, dijo la mujer con los dedos en la sien.
    --- ¿Sabe, señora?--, se aventuró Tony. --- Ese dolor que tiene usted es porque un mal le ha hecho alguien que está enojada con usted… ---. De los nervios que tenía Tony no se dio cuenta que al decir “enojada” estaba adivinando el sexo de la persona que supuestamente generaba el mal. Pero Estela Guzzano no reparó en eso; en cambio abrió bien los ojos por la palabra mal, y dejó que el albañil continuara hablándole de eso.
   --- ¿Un mal?  
   --- Parecido es a un….¿cómo es éste….? Un ojeo. Sí, como un ojeo es.
   --- Siempre me duele la cabeza---, dijo ella con ansioso interés.
   --- Sí pues, pero ahora he visto que ese mal va a empeorar. Por la humedad que ha salido acá. Esta humedad es la que sale cuando ese…ojeo…está en la casa.
     Los ojos alarmados de la mujer se abrieron todavía más. Había mordido el anzuelo fácilmente.
   --- ¡Y quién me está haciendo eso, hijos de puta!
      Tony simuló que leía algo en la superficie de la pared que estaba arreglando como una vidente que practica quiromancia.  Miró a la mujer y le dijo, --- Sí, pues, es un ojeo especial, por algo que usted le hizo a alguien… o le debe…
 --- ¿Es algo de los bolivianos?--- dijo Estela con la memoria refrescada por la reciente visita de su hijo.
 --- Sí, pues. A mí una vez me han hecho eso, porque yo debía un dinero. Y mucho la cabeza me dolía.      
      Estela quedó con la mirada en blanco. Debido al espanto y al dolor de cabeza, otra vez no reparó en que la interpretación de los signos era demasiado precisa. Es que sí, eso debía de ser cierto: tenía que tratarse de Juliana, que estaría enojada por la deuda, pensó ella. Estos bolivianos deben hacer brujerías extrañas. Y era la primera vez que escuchaba de un ojeo que se manifestaba también en las paredes.
     ---Sí, ésa me debe haber hecho algo… ---. Estela iba a insultar a Juliana y a su nacionalidad, pero se contuvo por Tony. --- Ya sé lo que voy a hacer ---, continuó  la mujer. Tony, reprimiendo una sonrisa de triunfo, creyó que ella hablaría de pagar la deuda. Pero lo que escuchó a continuación lo desconcertó: ---Como esas son cosas de bolivianos ---, dijo Estela, pensando en el ekeko que tuvo una vez, --- voy a ver a una bruja boliviana que me va a sacar este mal.
     ---Tal vez si usted paga…---, dijo Tony sin poder ocultar su ansiedad; el plan se iba al demonio. No se daba cuenta que daba por hecho el origen del asunto. Increíblemente, la mujer tampoco se dio cuenta, porque de pronto lo sobresaltó casi gritando:
      ---¡Y vos no me vayas a hacer algo porque yo te pago tu trabajo hoy mismo! ---. Y para su sorpresa, Tony la escuchó agregar: --- Además, me va a costar menos  ver a esa bruja boliviana para que me saque este maldito ojeo. Vive en un barrio de ustedes que se llama Charrúa.
                                            ***************************

       Más tarde, en el bar de los Guzzano,  los empleados presenciaban curiosos una acalorada discusión entre el patrón y su hijo, que había regresado después de ver a Juliana en su trabajo cuando le contó lo de la deuda. Era muy raro que el “gusanito”, como le decían los empleados del bar, fuera a ver a su padre allí, y más raro aún, dos veces el mismo día. El hijo exigía algo y el patrón no quería escuchar y le gritaba que no se metiera. Uno de los mozos le dijo a otro, “Este pendejo lo está haciendo calentar. El viejo se va a poner insoportable ahora.”
       ---La verdad, no los entiendo. Y vos viejo, siempre el mismo, eh. ¡La verdad, me dan vergüenza!--- dijo Federico; Chiche hacía gestos exasperados para que bajara la voz.         
      ---Ya te dije que le vamos a pagar esa chica. ¡Pero antes tengo que pagar otras cosas! Además, tu mamá no estaba conforme con el trabajo de esa boliviana— dijo con un gesto despectivo de su mano. --- Y por favor, ¡basta de hacerme escándalo delante de la gente!
      --- ¡Las deudas se pagan igual! —dijo Federico. ---Además, esas otras cosas son seguramente las vacaciones en Italia que tienen planeadas,  porque un buen día los señores se borran del mapa sin avisar.
      ---Mirá, Federico, ya te ayudamos a comprar el departamento. ¡No nos- jo-das-más!---. Dicho esto, Chiche le dio la espalda. Encontró a Félix a su derecha acomodando unos vasos que no necesitaban ser acomodados. --- ¿Qué hacés acá?—le dijo casi gritando-- ¿Ya guardaste los fiambres?                       
                           
                                   
     
        Tony estaba recostado en la cama de su cuarto mirando el techo, las manos detrás de la nuca. En realidad soñaba despierto con su ñusta, Juliana. De un grabador salía una balada melosa que debía de ser como un himno para los muchachos bolivianos como Tony. Era una de las canciones de un cassette, rotulado con su propia mano como “Románticos del Ayer”, que contenía canciones, entre otros, de Leo Dan, Sabú, Rabito y Dino (el que cantaba en ese momento).  El cassette no duraría mucho tiempo más porque Tony no se cansaba de reproducirlo.
                               si mil años viviera, mil años te quisiera.
                                   ¿Quién pudiera vivir mil años para amarte?...(1)

        Se abrió la puerta del cuarto y entró Félix, que había venido a visitarlo. Era la noche del mismo sábado del arreglo de la pared en la casa de los Guzzano. Tony apagó el grabador, se incorporó y le contó a su amigo cómo le había ido con la operación albañil-chamán ideado  por aquél.  A Félix no le sorprendió nada la actitud de la mujer de su patrón. Debieron considerar  la obsesión de aquellos por el dinero tanto  como su superchería.  Pero también Félix tenía cosas para contarle a su romántico amigo.
     --- ¿Y ahura? ¿A qué bruja pues vendrá a ver ésta?¿Acaso había habido brujas acá en Charrúa?—dijo Félix jugando con el cassette de “Románticos del Ayer” que había extraído del grabador.
     ---No sé pues. Así ha dicho que a una mujer va venir a ver. ---, dijo Tony. En realidad había decidido no contarle el arreglo que había hecho con la mujer para el día siguiente, el domingo, sobre su visita a Charrúa. Félix estaría en su casa en La Ferrere; no hacía falta que viniera; y de todas maneras Tony no sabía bien cómo iba a proceder.
     --- ¡Más debías asustar a la vieja con lo del ojeo, pero!
     --- ¡Ni falta que hacía! –dijo Tony mirando al piso. --- ¡Harto ajo con moños rojos ha puesto ahí nomás en las paredes de su casa! “Ustedes los bolivianos deben ser inmunes al ajo,” más bien me ha dicho.
     ---Ya estamos cagados, (2) ¿no?--- dijo Félix, sin poder ocultar su decepción.
     ---Tal vez no…
    Hubo un breve silencio y Félix se escuchó decir de pronto:
     --- Pero si no te apuras, el gusanito más bien te va a ganar con la Juliana.
      Tony no entendió esto último. Entonces su amigo le contó sobre la aparente intervención del hijo de su patrón en el asunto y de sus dos visitas al bar.              Cierto, se dijo Tony: el tal Federico había pasado por esa casa cuando él estaba trabajando en la pared, y había hablado de su ñusta. El asunto no le gustaba nada, y menos cuando Félix le contó del papel con el número de teléfono que había puesto en la campera del “gusanito”.
      --- ¡Carajo, ese no era el plan!—protestó Tony, quitándole el cassette de las manos y haciéndolo parar de canto sobre la cama.
      ---No seas cojudo(3). Yo me hei imaginado que bien jodidos serían el gusano y su mujer, que no iban a pagar siempre. Por eso le puse el número a su hijo. Ese carajo le va a ayudar a la Juliana, más bien. Él no es como su viejo.
     --- ¡Pero yo la quiero ayudar!
     ---No seas zonzo. La Juliana nada querrá saber de esa familia. De vos nomás depende que ella te elija ---, y agregó algo que supuso serviría: --- Y además ¡tan fea esa nariz de tano que tiene el carajo…!
        Félix tenía razón, pensó su amigo: Juliana no querría saber nada del hijo de ese delincuente, “aunque el carajo es… más alto que yo, rubio, de cabellos ondulados, con  ojos  como  del   Camilo Sesto…    ¡Y bien había sabido vestirse…!”
      Tony quedó ensimismado con la odiosa comparación y, reaccionando repentinamente,  asestó un golpe seco y fuerte en el muslo a Félix --una broma común entre los niños de Bolivia. “¡Ay carajo!”, se quejó éste y se dejó caer sentado sobre la cama. Se escuchó un ¡crack!, y Tony debió despedirse de su cassette de “Románticos del Ayer.”     


     
       El plan de los amigos no había fracasado del todo en realidad, porque de todas maneras Estela Guzzano había quedado perturbada por el supuesto ojeo, y acudiría a esa bruja de la que habló que supuestamente estaba en el barrio de Tony, en Charrúa. Y si bien éste no era un efecto buscado, a Tony se le ocurrió que podría aprovecharlo porque, al enterarse de que él vivía en el mismo barrio, Estela ofreció pagarle aparte por esperarla y acompañarla a la casa de la bruja.
      ---Mi marido y Federico no saben nada, porque si no, me van a joder para que no vaya. Así que vos me esperás ahí en Charrúa e Itaquí –dijo ella leyendo de su agenda donde tendría anotada la dirección de la bruja--, yo llego en un remÍs(4). Después buscamos la casa de la mujer ésa, y al final me acompañás para tomar el remís a mi casa.”
      A todo, Tony le respondía “ya, ya”. La mujer le dijo, “No, ya, no. ¡Te estoy diciendo que mañana!”
        
       A las 10 de la mañana  del día siguiente, Estela entró en el remís a Charrúa y se sintió intimidada por el aspecto del barrio.  No era exactamente una villa(5), como escuchó decir una vez, y mucho menos una villa miseria: a lo largo de la calle estaban estacionados autos y camionetas. Algunas de las construcciones llegaban hasta el tercer piso, en su mayoría estaban sin terminar y en otras había albañiles en plena actividad.  A través de la ventanilla vio muchos pasillos largos y angostos, llenos de casitas y  mucha gente que circulaba aquí y allá. Se sorprendió al ver pasar velozmente en sentido contrario a un hombre en bicicleta que tenía una sola pierna(6); iba alborotando a un grupo de perros que lo perseguían. Cuando el remís llegó a la esquina de Charrúa e Itaquí, enseguida distinguió a Tony sentado de brazos cruzados en una plazoleta al frente de una gran escuela(7). Éste se acercó mientras la mujer pagaba y daba instrucciones al remisero.
     ---No me extraña que en este lugar haya brujas---, dijo Estela a Tony al salir del auto. Rápidamente chequeó la dirección: ---A ver, dice “Charrúa 2850, casa 147… La bruja se llama Dorotea. No tiene teléfono, pero me dijeron que siempre está la mujer, así que guiame vos…
     ---Es a mitad de esta cuadra--, dijo Tony señalando con la mano.
      Ambos avanzaron rápidamente y llegaron enseguida a la puerta de una casa que estaba en el fondo de un pasillo. Tocaron la puerta y provocaron ladridos de perros alrededor que no se veían. La puerta se abrió solo un poco, revelando un ojo y un cuarto de rostro de una mujer vieja. Estela le explicó –en voz baja para que la gente que estaba en el pasillo no entendiera-- que venía a que ella la ayudara “con las cosas que usted sabe”. La vieja contestó algo que Estela no entendió. Miró a Tony y éste le dijo:
     ---Poco habla castellano. No sé si la va a entender.
        Estela creyó que este hecho hacía genuina a la bruja, a diferencia de otras  videntes chantas(8) que había consultado en el pasado. Además, el lugar en el que se encontraban agregaba una sensación de seguro encuentro con lo oculto para la cura de su ojeo.
    --- ¿Qué dijo?—preguntó Estela.
    --- Dijo que entre. Le va a mostrar lo último que le trajeron de Bolivia.
      Esto pareció entusiasmar a Estela. Le ordenó a Tony: --- Entonces vos entrás conmigo para que me traduzcas—. Ella asumía ingenuamente que todos los bolivianos hablaban un idioma incivilizado que, creyó recordar, se llamaba quechua (o algo por el estilo).  Y procuró que la orden fuera razonable: ---Digo, si es que estás libre. Te pago más, eh.
      No que no tuviera cosas que hacer, sino que Tony vio la manera de darle continuidad al plan original del ojeo. Después de todo, esta gente se lo merecía por ser estafadora.  
      Siguieron a la anciana llamada Dorotea, que usaba trenzas y vestía una infladada pollera de pliegues, y entraron a una habitación modestamente amoblada: una mesa cubierta con un mantel plástico, sillas ordinarias, un pequeño  modular con objetos de adorno. Sobre las paredes, cuya pintura verde estaba sucia y  descascarada en algunas partes, había colgados “adornos aborígenes” –según creyó Estela- y unos retratos pintados de personas de otra época; posiblemente una de ellas fuera la bruja misma. En realidad, Estela esperaba una ambientación con elementos esotéricos; tal vez una bola de cristal, o velas ¿O tal vez algún ekeko de apariencia diabólica?
      Tony no había visto nunca a esta anciana, seguramente porque él vivía en el otro extremo del barrio. Era probable que esta mujer supiera cómo curar el ojeo o el empacho, pero ¿bruja? No lo creía. Más bien –pensó Tony—ella vendería condimentos de Bolivia o cosas así, por el olor fuerte a comino u otras especias. Su impresión se reforzó al ver bolsitas y cajitas  almacenadas en una estantería en un cuarto contiguo cuando de éste reapareció la viejita. Quienquiera que le había dicho a la mujer de Guzzano que esta doña Dorotea era una bruja, le había tomado el pelo.   
        Doña Dorotea entró trayendo unas bolsas de medio kilo de algo, que Tony identificó enseguida como quinua(9). También mostró otras bolsitas con condimentos, tales como comino, pimentón y locoto molido(10). La anciana los puso sobre la mesa delante de ellos y dijo: “Esto me han tráido reciencito de Bolivia. Otra argentina que sabe venir aquí siempre lleva de estito.”
       Estela no entendió del todo. Le contó que sufría de una horrible jaqueca, que creía era un ojeo, del tipo que hace salir manchas de humedad en las paredes. Doña Dorotea la miraba con los ojos entrecerrados; también ella encontraba difícil entender a esa mujer blanca de cabellos rubios que hablaba rápido. Estela entonces le pidió a Tony que la ayudara a comunicarse; la oportunidad era como una pelota que le dejaban picando. Él dijo en quechua a la viejita: “Esta argentina quiere llevar tu mercadería porque piensa que le va a curar un ojeo que tiene…”
      La viejita miró perpleja a la Estela y dijo en quechua, sacudiendo la cabeza, que la quinua y los condimentos eran para cocinar; no para curar el dolor de cabeza. Tony tradujo ésto para Estela como: “Estas cosas te van a calmar la cabeza pero no te van a curar. Dice que es un ojeo jodido ". 
    ---¡Decile por favor alque vine hasta acá para que me cure del todo, no para que me calme!---, contestó Estela exaltándose un poco y hablando bastante rápido, como era típico en ella.
       Tony tradujo esto para doña Dorotea como: “Dice que se va llevar la quinua, las especias y otras cosas, pero que no te va a pagar con plata, sino que más bien ella a cambio te va dar… ¡cosméticos que usan las argentinas!”
        La viejita –viendo a la argentina con su cara maquillada y sus uñas pintadas--- sonreía por lo absurdo de la propuesta. Contestó entonces en quechua, sacudiendo la cabeza, que no había trato, que si no pagaba con dinero no se llevaba nada. Con cara de estar genuinamente preocupado Tony tradujo:
        --- El que le ha hecho este mal, dice esta mujer, es una chica boliviana que está muy enojada con usted por un dinero que usted le debe. Y si no le paga, ¡peor le va a doler la cabeza y su casa de humedad se va a llenar!
        Aunque la cantidad de palabras en la traducción  no se correspondía, ésta última advertencia pareció surtir efecto. Y más cuando doña Dorotea, levantándose de su silla para indicar el fin de la visita, dijo en castellano, divertida por la situación: ¡Tiene que pagar, waway! (11)
       ---Bueno, vamos---, dijo Estela frustrada, también levantándose y dirigiéndose a la puerta, pero giró para preguntarle a la vieja a través de Tony: --- Decile que me dé algo para calmar el dolor de cabeza, en cualquier momento me va a volver.
       Tony intercambió unas palabras con doña Dorotea y ésta le regaló sonriente a  Estela una bolsita de locoto molido. Tony procedió a traducir: “Dice que cuando se esté sirviendo la comida, estito póngalo en su plato. Un poquito nomás. De su marido su plato también. Ah, y a su hijo también. No se va a olvidar.  Para protegerlos a ellos más, es”.
       ---Gracias---, dijo Estela guardando la bolsita en su cartera. Tony agregó:
       ---Haga lo que tiene que hacer, dice la abuela, si no ¡su cabeza pronto se va a explotar!
         A Estela le horrorizó saber que sus jaquecas empeorarían, pero nunca se le dio por inquirir sobre las asombrosas precisiones del caso. Esa mujer de trenzas lo debía de saber todo por sus poderes.
         Ya habían salido de la casa y avanzado unos pasos por el pasillo hacia la calle, cuando desde su puerta  doña Dorotea le dio a Estela un último consejo en quechua. Estela pidió la traducción. Tony le dijo: “Cuanto antes le pague a esa chica mejor para usted.”
(Traducción fidedigna: “Señora, vaya a ver a un médico.”)
            
   

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-1- La canción que escuchaba el personaje se llama Mil Años, es de un cantante llamado 
Dino. Para escucharla abra este link:  


  
-2- Ya estamos cagados:  Nos ha salido todo mal, hemos fracasado.
-3- No seas cojudo:  No seas tonto.
-4- Remís (Remise): Un automóvil particular que se contrata para viajar.
-5-Villa: Barrio de viviendas precarias. (English: shanty town) Ver la historia “Charrúa: Odisea en el Futuro” en esta colección.
-6- El ciclista de una sola pierna. Ver la historia “Ayala” en esta colección.
-7-Este punto en el barrio -Charrúa e Itaquí- aparece como escenario en las historias “Charrúa: Odisea en el Futuro” y “La Noche de la Víspera” en esta colección.
-8-Chantas: En Argentina se dice así a los embaucadores o a la gente que engaña.
-9-Quinua: Es un pseudocereal que se produce en los Andes, siendo Bolivia el primer productor mundial seguido del Perú y los Estados Unidos. Se le denomina pseudocereal porque no pertenece a la familia de las gramíneas en que están los cereales "tradicionales", pero debido a su alto contenido de almidón su uso es el de un cereal. Se trata de un alimento muy saludable.
-10-    Locoto (o rocoto)  Condimento picante en la cocina latinoamericana, especialmente la boliviana y peruana. Su color puede variar desde el rojo, verde naranjo o amarillo. Se comercializa en su estado natural en los mercados mexicanos, bolivianos y peruanos, como también en pasta y en polvo. La intensidad del picor puede variar. No es necesariamente muy picante aunque sí para la gente que no lo conoce.
-11- Waway: Expresión afectuosa en quechua que significa niñito/a (wawa).