viernes, 26 de julio de 2013

LA ÑUSTA (Conclusión)



Esta historia está dividida en cinco partes. Esta es la última. Para ir al comienzo, vaya a la columna de archivo del blog y abra el 30 de junio.


Era el miércoles siguiente. Juliana vio a Tony entrar al bar alrededor del medio día. El tenía una sonrisa como de un niño como cuando sale de la escuela. El patrón del bar hablaba por teléfono, así que ella se acercó hasta donde había quedado parado.
--Hola Casimiro. ¿No has ido a trabajar hoy?
--Tony nomás dime. En mi trabajo he pedido permiso para venir a verte un ratito.
Ella se quedó mirándolo en silencio. Él la miraba también, con ojos de enamorado, no lo podía evitar. Estaba ansioso por contarle lo que había hecho para ayudarle. No sabía como empezar. Finalmente decidió simplemente pedirle de encontrarse con él.
--Algo tengo para contarte sobre ese dinero que te deben. Seguro estoy de que pronto te van a cancelar...
    Ella quedó sorprendida. De pronto los interrumpió el patrón del bar con una expresión poco amigable al advertir la presencia de ese muchacho cuya cara ya le era familiar.
---Juliana, teléfono para vos.
---Si son los gusanos--, dijo Tony sin que la cara del patrón apagara su sonrisa. y aclarando lo del mote aquél---, te están llamando por lo que te estaba diciendo--. Juliana seguía sin entender.
--- ¿Cómo sabes?
--- Todito lo que pasó con esa gente te quiero contar. ¿Podemos vernos esta noche cuando salgas de aquí?
   Ella se quedó mirándolo. Vio a su patrón  sosteniendo el tubo del telèfono, impaciente. --- Esperame un poquito, voy a ver quién me está llamando, ¿ya?.
      Ahora que estaba solo, espantado por las dagas que lanzaban los ojos del patrón, Tony salió a esperarla sobre la vereda. A través de la ventana vio que Juliana, al teléfono, al principio se sorprendió; después irradiaba satisfacción mientras su esbelto cuerpo se mecía suavemente, la mirada perdida. Cuando terminó de hablar, salió a ver a Tony.
--- Esta noche no va a poder ser. Un compromiso tengo.
--- ¿Con quién?
---Tenías razón: dice que me van a pagar hoy a la salida de aquí---. Su sonrisa de satisfacción era contagiosa. Tony estaba tan o más contento que ella; estuvo a punto de contarle todo lo que había pasado y cómo él se había involucrado, pero el patrón apareció junto a ellos.
---Che, dejala. Está en horario de trabajo.
    Juliana se apresuró a despedirlo. ---Mañana nomás nos vemos a la salida ¿ya?
--- ¿Hoy nomás te pagan entonces?
--- Así ha dicho.
---¿La mujer  del patrón del Félix?
--- Su hijo me ha llamado...
     La sonrisa de Tony se achicó, pero él se esforzó en evitar que desapareciera.
---Mañana jueves, nos vemos ¿ya? A la salida.
    Un golpe de fastidio del patrón sobre el mostrador que sonó como un estampido hizo que se despidieran rápidamente. La dicha no había quedado completa para Tony. Mañana se encontrarían, sí, pero ¿qué tenía que ver el gusanito en todo esto? ¿Le habría pedido Estela Guzzano que se ocupara del pago? En ese caso mejor le hubiera adelantado a Juliana sobre su intervención y la de su amigo en el asunto. Ahora solo quedaba esperar para verla al día siguiente. Con una mezcla de pensamientos dándole vueltas por la cabeza se fue caminando de regreso a la obra donde le esperaban sus compañeros y mucho escombro para transportar..


      Pero retrocedamos un día, al martes por la noche. Era el cumpleaños de Estela Guzzano. La familia cenaba en la casa de Parque Patricios.
  --- ¿Y no dijiste que te ibas a regalar una cartera, como la de Mirtha Legrand?---, preguntó Chiche Guzzano sin mirar a su esposa, que estaba sentada a la mesa a su lado.
--- No. Mis ahorros son para otra cosa--, dijo Elena con bronca por haber tenido que renunciar a esa cartera. Ni loca iría a contar sobre la advertencia de que pagara la deuda a Juliana y lo de la “bruja”. Chiche la habría matado.
     Federico iba a sacar el asunto de la deuda, pero era innecesario ahora porque él también había estado actuando en secreto.
---Sí, mejor guardá tu plata para los gastos de Italia. Yo más no pienso gastar, eh ---, dijo Chiche con la boca llena.
---¡Ah no! Vos algo me tenés que regalar. ¡Y de Europa, eh!
--- ¡Olvidate! Fede, pasame el pan.
---Che, dejen de pelear. Después mamá empieza con la jaqueca…
---Se supone que no voy a volver a tener más jaquecas ---, dijo Estela, mirando hacia la pequeña superficie de pared arreglada por el albañil boliviano. No habían aparecido otras manchas, lo cual era un buen signo.
---Y vos Fede, ¿Ya contrataste nuestro paquete(1), ya hiciste todo?--, dijo Chiche.
---Sí, ya hice todo. Ahí están los vauchers--- dijo el hijo señalando un mueble en el comedor. Estela se levantó para agarrarlos.
--- ¡Ahora no, mamá. Sentante a comer!
Pero Estela no hizo caso. Cuando agarró los vauchers chilló como una ambulancia.
---¡Ay, te mato! ¡En ATI Viajes, no! ¡Es una agencia de merda…!
---Bueno, ustedes siempre quieren ahorrar, ATI tiene precios buenos.
---¡Después quiero ver la diferencia en el saldo de mi cuenta, eh!-, lo interrumpió Chiche.
---¡Me vuelve el dolor de cabeza! ¡Aaaay!
   El grito de Estela salvó a Federico de la auditoría financiera de su padre. No convenía que la hiciera. Estela se levantó y volvió a la mesa con algo que había sacado de su cartera.
--- ¡Madre mía!. ¿Qué hacés con ese salero en tu cartera?---, dijo Chiche llenando su vaso con vino tinto.
---¿Qué es eso que me ponés? ¿Me querés envenenar por lo de ATI Viajes?—dijo Federico viendo cómo su mamá agitaba el salero con el locoto en polvo que le había dado doña Dorotea de Charrúa sobre el plato de los sorrentinos que estaban comiendo.
---Es un condimento boliviano – dijo Estela.
--- A mi no me pongas---, dijo Chiche con cara de asco.
---A ver… ---dijo Federico, interesado. “Un sabor de su tierra”, pensó, y  llevó el tenedor con un sorrentino a la boca. El picante era tan fuerte que la boca le dolió. Se puso rojo como una de las franjas que tienen en común las banderas boliviana e italiana. Le arrebató el vaso a su padre e hizo “fondo blanco”.
---- Por un rato, te va a pasar cualquier cosa menos dolerte la cabeza.---dijo Estela a su hijo.


    Jueves a la tarde. Tony la fue a esperar como habían arreglado.
   ---…entonces me ha dicho: “tomá, esta es la plata que te deben mis viejos,” y me ha dado un sobre. Yo lo miré y le dije: Pero tu mamá ya me ha pagado hoy. Por el bar ha venido a la tarde. Me hecho firmar un recibo. Y al patrón también le ha llamado para que sea testigo…
   Juliana le contaba a Tony lo que había pasado el día anterior, miércoles, cuando finalmente le pagaron. El la acompañaba a que  tomara el colectivo a su casa, en Villa Celina. Tony ya le había contado sobre su participación en el plan del ojeo y la mancha de humedad. Por supuesto, Félix recibió su crédito. Las risas de ambos hacía que los transeúntes que andaban por la Avenida La Plata se dieran vuelta para verlos.
--- ¿Otra vez te ha querido pagar el gusanito, entonces? Si la vieja más temprano la plata ha ido a largar…
---¡Y qué loca estaba! “¡Más vale que ya no me duela más la cabeza o a Migraciones te voy a reportar!” me ha gritado delante de la gente, pero(3)...
   Tony se rió y disimuladamente puso un brazo alrededor de los hombros de Juliana. Ella simuló no darse cuenta. A él no le habría importado si hubieran tenido que caminar kilómetros.
--- No entiendo, pero. Si la mujer ya te pagó. ¿Por qué el hijo otra vez también te ha querido pagar?
--- Sí, pues, no sé por qué. Pero yo no lo he aceptado, aunque Federico mucho insistió en que lo tomara nomás(4), como compensación por cobrar tarde…
    A Tony no le gustó que ella llamara al “gusanito” por su nombre. Y dijo a pesar de sí mismo:
---Igual nomás, debías agarrar...
---No. No he querido.
---¿Y después qué han hecho?---, preguntó mirando a Juliana a la cara. La dicha de ir caminado con su ñusta ese hermoso anochecer se opacó por un instante.
---Después me ha mostrado las habitaciones de su departamento para cuando vaya a limpiarlo. Y después me he venido a mi casa.
---Y… ¿eso nomás ha pasado?—preguntó Tony temiendo la respuesta.
   Justo llegaron a la esquina de La Plata y Avenida Cruz. A lo lejos distinguieron al colectivo que se acercaba. Cruzaron la avenida corriendo hasta alcanzar la parada.
---Y eso nomás ha pasado---, dijo ella finalmente recuperando el aliento. En realidad, se guardó algunas cosas que sabía no le iban a gustar a Tony.
    El último espacio que Federico le había mostrado  de su departamento de Palermo fue el balcón con vista al Río de La Plata que asomaba por detrás de las líneas del ferrocarril. Ya había oscurecido, y la vista de la ciudad era soberbia. Juliana había quedado un momento contemplando embelesada el mar de luces. Y ahí fue cuando él se aproximó por detrás, y la tomó de cintura y pegó su cuerpo al de ella. Sorprendida, se dio vuelta y él la besó en la boca. Ella fue directamente a la puerta para salir de allí. El pidió disculpas pero intentaba seducirla con sus armas de galán. Hasta que abrió a boca:
---Juliana, disculpame, no quise propasarme pero para mí sos como un fuego que me quema por dentro después de comer un condimento de tu país--, dijo él sin pensar en lo que decía. Ella lo miró perpleja y puso su mano en el picaporte de la puerta. Ël ofreció llevarla en auto a su casa en Celina.
  Durante el viaje de vuelta él le contó cómo había hecho para deducir de los gastos de las vacaciones de sus padres el dinero adeudado. Ella dijo que lo devolviera ya que su madre le había pagado. Él le propuso riendo que ella lo guardara como garantía en caso de que a él se le diera también por no pagarle cuando ella limpiara su departamento. Lamentó --sin embargo-- haber hecho esa broma porque ella dijo que mejor no iba a trabajar para él, y tan seria se puso que él volvió a pedirle disculpas por el beso en el balcón. Durante el resto del viaje a Celina solamente se escuchó la radio del auto.

---Quiero verte más seguido, como amigo nomás— dijo Tony retirando disimuladamente el brazo de sus hombros. Era como si hubiese presentido la suerte de su competidor; ella se había puesto de pronto muy seria.
--- No te engañes. Los hombres siempre quieren más.
---Ya. Lo juro, como que me llamo Tony.
--- ¿Has visto? Casimiro te llamas, no Tony.

    Pararon el colectivo, y antes de que ella subiera se despidieron con un beso en la mejilla sin que él dijera de verse otra vez. Pero una vez que Juliana pagó el boleto, y ni bien se ubicó en un asiento doble que estaba libre junto a la ventanilla, Tony apareció a su lado.
---Es que yo voy hasta Charrúa...
--- ¡Vamos pues, Casimiro!
--- Shhhh
---Pero Casimiro te llamas. Lindo nombre es, zonzo.
   Un adolescente que iba de pie junto a ellos revoleó los ojos por lo hilarante del nombre. Al ver que eso la divertía, él se vengó pasando de nuevo un brazo por sus hombros. Ella no lo rechazó. Cuando pasaron por Charrúa, él no se levantó para bajar. Ella lo miró perpleja y él le mostró su boleto.
---Hasta Celina he sacado.
---Si vienes conmigo te vas a ojear --, le dijo ella con la misma expresión que tenía cuando contempló la vista nocturna de la ciudad desde el departamento del “gusanito”. Y Tony le robó un beso.
    En este segundo viaje que Juliana hacía acompañada a su casa en Celina hubo, en cambio, risas por la operación “albañil-chamán”, silenciosas y profundas miradas y hubo más besos.
     Tony y Félix habían viajado muchas veces a Villa Celina para disfrutar alguna comida típica de Bolivia, pero para Tony –o Casimiro, si quieren— en esta ocasión, el simple y ordinario viaje en colectivo a ese lugar tuvo el efecto de convertir las canciones de su cassette Románticos de Ayer en realidad.



                                                                                                                              F I N



Escenas que no entraron:

---Estela, ¿te quedó algo de ese picante? Me está doliendo mucho la cabeza…
---No, ¿sabés que no? Cuando volvamos al país voy a ver a esa bruja para comprar más. Pero tenés que acompañarme, es un barrio boliviano muy jodido.
---¿Bruja? ¡Para qué querés si vos ya sos!



---¿Qué estás haciendo con eso, Félix? Andá más bien a levantar un poco a la wawa. ¡Mirá cómo esta chillando, pues!
---Ya, enseguida. Estito quiero ver si arreglo. Es el caset del Tony que yo se lo hei roto.
---¡Qué caset ni caset! ¡Caset te voy a dar!
---¡Nooo!…¿y ahura? ¡Ya no se puede rescatar la cinta, pero!



--Mate de coca nomás debí haberle ofrecido a esta señora argentina. O alguna piedrita para sacar el aire…
                                     (Doña Dorotea)


--¡Corte! No, querido.  Dejate caer con todo el peso del cuerpo. Si no el cassette no se rompe.
-- Si lo ponemos de canto se rompe más fácil.
-- Bueno… Escena 604 Toma 4 “La Ñusta”.
    Luz…cámara…¡acción!



¿La cartera es de Mirtha Legrand o de Susana Giménez? Tiene que ser una bastante cara…



Che Casimiro, se te ve contento. Se ve que la estás poniendo...
                                                                                                   (El arquitecto de la obra)



                                          Dedicado a mis amigos Guillermo y Fredy.