martes, 19 de noviembre de 2013

PERMITAME INTRODUCIRLO A "LA ALDEA DE CUATRO NOMBRES" (2013)






“... me toca ir a votar en una escuela que está
en ese barrio horrible”.

                                                  Un vecino de Pompeya



     Escribí la introducción para esta colección de historias del barrio Charrúa ---o La Aldea de Cuatro Nombres, como lo llamo yo ---  hace ya bastante, pero la mantuve cajoneada porque la explicación del porqué del nombre me había puesto en el embrollo de contar la historia de este barrio. Afortunadamente un amigo que se llama Jorge Vargas lanzó una página web -bcharrua.com.ar- [Esta página web ya no funciona. En su lugar ahora está facebook/barrio.charrua] en la que me ahorra todo ese trabajo. Así que hablaré solamente de las historias que pueden encontrarse en esta página.

    ¿Tiene el barrio en el que vivo algún mérito que justifique que se escriban y publiquen historias (o cuentos si se quiere) acerca de él? ¿Es algún lugar que haya adquirido algún estatus o celebridad por algún motivo? No es Caminito, tampoco es San Telmo, en cuyo caso estaríamos ante un barrio con un importante bagaje histórico/cultural y no un rincón en la Ciudad de Buenos Aires como en este caso. Tampoco es tan diferente de otros barrios en la misma condición. Es tan sólo un lugar, el lugar donde uno ha vivido y crecido, y eso es todo. ¿Y por qué, si uno lo desea, no hacer todo un mundo a partir de meras vivencias cotidianas? Es tan simple como eso.  Los lugares y circunstancias por los que nos ha llevado el curso de nuestras historias, y todos los hechos y las personas que nos han rodeado podrían ser tan importantes y trascendentes como los de aquellos famosos que consumimos de los medios de comunicación. Porque, sí, por supuesto que también usted, querido lector, posee algo único que no posee nadie más, aunque no le parezca, y que es su propio bagaje de recuerdos. ¿Qué le parece salvarlo del olvido y del anonimato? Para eso, no creo que necesite participar de algún reality show, o aprovechar la oportunidad para saludar con la manito detrás de algún movilero de esos programas de televisión que abundan de un tiempo a esta parte. ¿Ha considerado si esos programas o esas celebridades lo representan? Me temo que de barrios como Charrúa, los medios de comunicación dicen solamente las cosas que mucha gente espera escuchar. Entonces, si los multimedios no quieren o no pueden ofrecer lo que no prevé el público ABC1, entonces el producto deberíamos fabricarlo nosotros mismos. 

   Así que tengo la pretensión de presentar esta colección de historias de la Aldea de Cuatro Nombres, contando algunos sucesos o rescatando personajes que han vivido en ella, o usándola simplemente como una escenografía. No estoy seguro de querer llamar cuentos a estas historias; técnicamente podrían serlos aunque en tal caso me estaría arrogando el estatus de escritor cuando no lo soy. Entiendo sin embargo que cualquier persona que se sienta a escribir es de hecho un escritor, sin considerar cómo lo hace o cuán calificado resulta a los ojos de la crítica y de otros escritores. Me he resuelto desconocer esta disquisición y embarcarme en el ejercicio de la creación diletante, sin más límites que los que me ponen mi propia habilidad técnica y literaria.

    Estas historias no son crónicas excepto por menciones puntuales de sucesos que ocurrieron en el barrio (el boletín barrial, el Centro Cultural, el grupo de jóvenes). En algunos casos, partiendo de personas reales aunque cambiando sus nombres y modificando un poco las circunstancias en que se involucraron, obtenemos “historias espejo”. Por supuesto que esto ya se ha hecho anteriormente; tal vez la forma de escribir estas historias se parezcan a lo que ya había hecho Truman Capote. Pero ¡por Dios, no me estoy comparando! 
   Y hay otra cuestión que quisiera también aclarar: no pretendo hacer de esta colección un homenaje sentimental  o una declaración de amor y fidelidad perpetua al barrio Charrúa, aunque me sé romántico y sentimental. Por eso lanzo esta página como quien lanza un mensaje en una botella en el océano de las millones de posibilidades de entretenimiento que ofrece internet.
   
    Ahora, van algunos comentarios sobre algunas de las historias:
  Como dije, no pretendo presentar hechos y personajes históricos (las historias no son crónicas) pero he tomado hechos verídicos y los he maquillado con ideas e invención, por lo cual los nombres han sido cambiados excepto los que figuran en, por ejemplo,  El Tukuy.
     El apodo del personaje de Ayala es real, se trata de un muchacho que vivió en el barrio hasta hace algún tiempo (aclaro, sigue vivo); el resto en esta historia de Ayala es parte leyenda, parte creación.
     Los personajes mencionados en El Fin del Mundo han sido reales, menos el nombre del vecino evangelista, el cual cambié para que no se tome a mal cierta broma. Acabo de agregar al pie la idea original que había escrito en inglés, que por quedar inconclusa había descartado. 
   Indiana Jones y el Amor Perdido… no es más que un compilado de impresiones de gente que no vive en el barrio. Aclaro que opté por reproducir el tipo de opiniones que me parecen más comunes y que felizmente no son las únicas.
   La Ñusta tal vez sea la primera comedia romántica de la colectividad boliviana en Buenos Aires (ya hemos tenido suficiente de las producciones de Adrián Suar, ¿verdad?) que de haber servido para hacer un guión para una película habría sido dirigida por Enrique Carreras (sí, el de las comedias light de Palito Ortega) por su exasperante ingenuidad y por algunos clichés que he puesto deliberadamente. La historia de cómo surge este cuento de casi treinta páginas dividida en cinco partes aparece en la primera de ellas. 
   El que considero que abre la colección se llama En Un Principio. No digo que sea el principio del barrio porque tiene algo de autobiográfico. También son autobiográficas las historias Terrazas, que fue publicada en el periódico Renacer, y ¿Qué Ocurre en La Calle…?  En estas dos últimas los nombres de don Héctor y mi amigo y vecino Gustavo son reales.
   En ¡Pido La Palabra! les digo a los vecinos que si se reconocen en algún personaje que tomen la historia como una especie de homenaje. Yo fui realmente secretario de actas de esa comisión vecinal así que la historia es casi tal cual. Mis amigos no estuvieron de acuerdo con el comentario con el que finalizaba la historia originalmente, en el que yo expresaba un poco mi frustración respecto del barrio, así que eliminé ese final.
    El Loco Lagaña es apenas una estampa de un personaje inolvidable del barrio. Lo hice originalmente en inglés  para una clase de lengua de ese idioma reescribiendo una historia de mi amigo Fredy de 1991. 
     En La Margot, usé la palabra puta en el sentido coloquial de toda la vida. No sé si hoy en día pudiera acarrearme algún problema por discriminación con el INADI, pero aclaro que no he tenido el espíritu de discriminar a nadie. Tampoco es mi intención discriminar a los travestis mencionados en La Noche de la Víspera. Esta historia es una especie de respuesta a un cuento que escribió Gustavo Barco (un vecino del barrio) con temática gay. Lo que escribí yo, me parece, habría sido menos interesante si hubiese sido contada desde la “vereda de los pibes normales”. De este muchacho, Gustavo Barco, recomiendo en forma apremiante su cuento “La Traición a Chaquicito,” que se puede encontrar en bcharrua.com.ar   El mismo bien podría integrar esta colección.
      Dani  y  Domingo son cuasi-ficciones.  Son el resultado de mirar alrededor y ponerse a escribir desordenadamente algo instantáneo. 
      En ¿Quién Pudiera...? imaginen la voz de un niño de ocho años que llega desde mediados de los años '70. Sobre esto debo haber escrito como cinco páginas pero puse sólo unos pocos pasajes que no se pueden reducir.
      Una de las historias me llevó a un futuro imaginario en la tercera década de este siglo: Charrúa 2031, Odisea en el Futuro; en ésta debo reconocer la inspiración que me dio Jorge Vargas  con un comentario que me hizo sobre “un proyecto de turismo cultural, como estrategia para mejorar del barrio”. 

      De manera que pasado, presente y futuro están cubiertos en esta colección. Debería ampliar esta introducción porque en 2013 agregué muchas más historias, algunas bastante extensas y complejas.  
    
    Y ahora sí, finalizando, agradezco a mis amigos Guillermo Mamani, Fernando Ríos y Jorge Vargas por leer las historias y darme sus opiniones; especialmente mi gratitud a Fredy Heredia con quien desde hace años venía intercambiando  y discutiendo cosas que inventamos como si fuésemos graaandes escritores. Por tener qué mostrarle el verano pasado comencé a escribir cosas sobre el barrio sobre el que alguien me dijo una vez que “no daría dos pesos”.

                                                                     
    
                                                                                                                                                Eusebio Natanel  (2013)