domingo, 30 de junio de 2013

LA ÑUSTA (parte 1) (1984)

Esta historia surgió una noche en que me reuní con mis amigos  Fredy y Guillermo en  un bar del barrio de Pompeya (ver foto). Fredy tuvo la idea de ir allí simplemente   porque quería ver a una de las empleadas de ese bar. “Vamos a ver a la Ñusta*”, dijo él. Mientras Guille y yo charlábamos y comíamos, mi amigo seguía atentamente los movimientos de la chica, que por cierto estaba muy bonita.
Esta historia, La Ñusta,  transcurre en los años 80, cuando no había celulares ni internet, y la gente posiblemente haya sido un poco menos exigente con quererlo todo fácil y al instante.   Es la historia de Tony, un muchacho boliviano (que en realidad se llama Casimiro), que también va a este mismo bar interesado por una moza de allí, Juliana, que es  su compatriota.
 Este es sólo el comienzo...                                        

Este es el bar donde comienza la historia, pero a la noche...


Tony se ha ubicado de tal modo que tiene el mostrador del bar a su izquierda; a su derecha, una ventana da a la esquina del cruce de Sáenz y La Plata. Su amigo Félix, ubicado frente a él, tiene que soportar la ráfaga de aire frío que se mete cada vez que se abre una puerta que está a sus espaldas. Tony quiere ver su reflejo en el vidrio de la ventana, pero puede ver poco porque no hay buena iluminación sobre su rostro.
  ---¿Quéste(1) tu chica?—dice Félix mirando disimuladamente alrededor en el bar buscando a la chica que quiere ver su amigo Tony.
  ---Ahurita va a aparecer la ñusta(2).
  ---Ñusta –. Félix remeda a su amigo--. Quizás no ha venido: un chango más bien está atendiendo. ¿O será que no trabaja más…?
---No sé…. –. La cara de Tony se ensombrece un poco--. Cierto, ese carajo(3)  no estaba en denantes(4).
---Entonces vámonos nomaás. Aire en mi cuello me va a dar(5) si me quedo aquí.
---Un poco más nos quedaremos pues… Tal vez ha salido un momento a la calle…
---¡Yaaa(6), este Tony, carajo, siempre enamorado anda…! ---. Y la burla afectuosa de su amigo Félix le da a Tony el pequeño sosiego que está necesitando.
  La atención de Tony se dirige a la calle por un instante; trata de divisar a la chica que ha venido a ver en la confusión de luces de autos en movimiento y de otras sombras que se desplazan en la noche. No la ve, y su decepción va en aumento con el paso del los minutos. Empieza a sentirse un tonto por haber arrastrado a su amigo para nada más que otra cerveza; comienza a invadirlo una sensación parecida a la desesperanza cuando se encuentra solo.  Ha pensado mucho en esta chica -cuyo nombre aún no conoce- desde la última vez que la vio tres días atrás.
    Aquel día, Tony --que iba de regreso a casa —había entrado apresurado a este bar para pasar al baño. El dueño no le dio permiso porque lo estaban limpiando. Pero tan apurado estaba él que de todas maneras se acercó a la puerta. De pronto ésta se abrió y de adentro emergió ella con las manos enguantadas y llevando un balde con elementos de limpieza. Cuando sus ojos se encontraron Tony olvidó su urgencia de orinar. Ella era paisana suya, estaba seguro, quizás algo menor que él, de cuerpo menudo , negros cabellos largos (en ese momento recogido) y ligeramente ondulados; con una carita de bandida y ángel al mismo tiempo, como salida de sus obcecados sueños. El instante de la mirada duró apenas unos segundos pero suficientes como para crear alguna suerte de toque de atención entre ellos --o al menos eso creyó Tony--, aunque también podía tratarse del alerta natural que existe entre jóvenes de sexos opuestos.
---Disculpa. ¿Ya puedo pasar? ---dijo Tony con la voz súbitamente engolada.
---Puedes --- dijo ella, quitándose los guantes y poniéndolos en el balde que llevaba.
   Dentro del baño, que olía a lavandina, el reflejo de Tony en el espejo --con el cabello húmedo y peinado, y a pesar de su modesta ropa-- bien podría haber sido el de un joven que estaba de paseo por el barrio más que de alguien que regresaba de una obra de construcción. ¡Tengo que quedarme y pedir algo! se dijo, y  al salir se sentó cerca de la ventana, en el mismo lugar en que se ubicaría días después con su amigo Félix.
Para su decepción, le sirvió el dueño del bar; la chica permaneció la mayor parte del tiempo detrás del mostrador, al fondo. Estaba frente a la pileta lavando platos, de espaldas a él. Se había soltado el cabello, el cual caía primorosamente casi hasta la cintura. Tony repartía su vista entre el trajín de la calle, los reflejos sobre la botella oscura y la figura cabizbaja de la chica. En algún momento ella tendría que terminar su tarea y ocuparse de los clientes, o al menos darse vuelta y mirar hacia donde estaba él.  Pero la caprichosa elasticidad el tiempo hizo que Tony se bebiera casi toda la cerveza antes de que ella retomara su ir y venir, ocupándose de otras tareas. A pesar de sus veintidós años, el efecto de la cerveza en Tony luego de haber hombreado bolsas de cemento se hizo sentir. Y fue en esta mezcla de cansancio y leve volatilidad etílica que en el muchacho comenzó lo que le ocurre a los soñadores empedernidos… algo que para muchos empieza con el dulce sabor del entusiasmo y la esperanza entrelazados, cuando se quedan absortos en la contemplación de alguien que posee una belleza que crece con el pasar de los minutos, hasta que (y otra vez, no le pasa a todos sino a cierto tipo) el enamoramiento es sólo cuestión del tiempo que dura la canción más dulce del mundo.  
     Lo cierto es que el tiempo había volado y  alrededor comenzaron a colocar las sillas sobre las mesas. Y la chica de repente –cambiada ya— se estaba despidiendo de su patrón y compañeros, y se apresuraba a salir a la calle. Tony pidió que le cobraran, para lo cual tuvo que esperar una eternidad.
    Ya en la calle, Tony miró hacia todos lados. ¿Hacia dónde se habría ido? ¿Por Avenida La Plata? No, no parecía porque estaba muy oscuro y no se veía a nadie. Entonces por Avenida Sáenz, cruzando la barrera, en dirección a la iglesia. Ése era el camino que él tomaría para volver a casa en Charrúa. Comenzó a caminar de prisa tratando de ubicarla sobre las veredas, pero no la veía por ningún lugar. Vio pasar gente en los colectivos(7); algunos que viajaban en ellos parecían fijar fugazmente su atención en él. ¿Acaso ella había subido ya a uno? Caminó un poco más, ya sin prisa, sintiendo crecer el frío de la noche. Y abandonado por su entusiasmo y su afán decidió irse a casa.
      El recuerdo de aquel día de disipa y Tony está a punto de decirle a Félix que mejor se van de allí, pero como el muchacho que está atendiendo aparece ante ellos, tienen que pedir una cerveza.
 --- Cierto… a lo mejor la ñusta trabaja unos días sí y otros no… --dice Tony ya casi resignado.
 --- ¡Salud!--- dice Félix levantando su vaso.
   Repentinamente, una ráfaga de viento fresco entra de la calle junto con la chica que Tony  espera ver. Trae unas bolsas y se mete rápidamente en la cocina.
 --- ¡Ahistá ahistá!--- dijo Tony como si estuviera viendo a la policía en la época en que andaba indocumentado  ---A comprar la habían mandado…
Félix, sin la menor discreción, gira la cabeza siguiendo la atención de su amigo.
---Ah, ¿aquella es, no? Sí, pues, ya conocía a tu ñusta en denantes.
--- ¿Cómo pues la conocías?---Tony pasó del éxtasis a la alarma en un abrir y cerrar de ojos.
---Sí pues, ahí por donde trabajo a veces pasa ella. Boliviana es, de Tupiza creo.
--- ¿Y por qué no me has contado?
---No sé pues; yo ya casado estoy…
---Pero yo no pues…
---Ya, pero no creí que estabas tan desesperado. Además siempre andas tras una imilla(8), así ni te hei dicho pues…
---Ya vuelvo—, dice Tony acallando con un gesto a su amigo, y se  levanta como propulsado por un resorte al ver que la chica aparece de vuelta, nuevamente enguantada y llevando el balde con los elementos de limpieza. Se dirige al baño.  Félix ve a su amigo acercarse a ella tan presto y ahoga una carcajada con un trago.
     Tony intercepta a la chica justo antes de que ella entre al baño de hombres para hacer la limpieza.
---Primero pasaré un poquito ¿ya?
Frente a ella, Tony no se da cuenta que está despeinado y que la chamarra(9) con la que iba a disimular las manchas de su vieja camisa quedó colgada en la silla. La chica no contesta pero da a entender con una sonrisa tímida que no hay problema.
      Dentro del baño, Tony siente el vértigo de tener que enfrentar algo para lo que de pronto siente no estar preparado; como si fuera la primera vez que va a encarar a una chica. Tiene que hacer las cosas bien si es que quiere empezar a conocerla. Ahí está su cara de yuqalla(10) inquieto otra vez en el espejo. Se mira y quisiera que el del reflejo fuera como otros que ve en la calle. Se pasa el peine de nuevo, se lava la cara como queriendo sacar todo rastro de alguien que se siente solitario todo el tiempo. La ropa está más o menos bien, excepto la camisa. “Si yo fuera una imilla  ---se dijo para darse confianza--- me fijaría en mí.” Está por salir pero se da cuenta de que no ha orinado. Vuelve, hace lo suyo; vuelta al lavamanos y a toda la operación de aseo e inspección de su aspecto….
Sale y queda sorprendido ante la escena de su amigo Félix conversando con ella, que se ha parado junto a él.  No sabiendo qué esperar Tony se acerca a ellos.
---Hola ---dice Tony mirando a ambos como si acabara de llegar al bar.  
---Este es mi amigo Tony---dice Félix a la chica. ---Ella es Juliana….
---Ah, hola – dice Tony sentándose como en cámara lenta.
Callado, Tony escruta la cara de su amigo Félix como a un total desconocido, como si fuera a descubrir en él una personalidad distinta, sin la humildad y torpeza que lo caracterizan. Tony escucha a ambos, el resto de lo que pasa alrededor no existe.
--- ¿…y no te han pagado siempre?--- pregunta Félix a Juliana para retomar la conversación que la llegada de su amigo interrumpió.
--- No, no me han pagado. Hace dos meses que estoy yendo ahí para que me pague el hombre. Siempre me dice de mala manera “vení la semana que viene, la semana que viene; mal está mi negocio, muy endeudado estoy…” ---. Su voz se quiebra como la de una niña que se está por llorar. Sus manos se aferran a la bandeja que apoya en la parte delantera de su mandil rojo.
--- ¿En este bar no te están pagando?--- interviene Tony, de cuyos ojos se cayeron de pronto las escamas de soñador. Esta vez Félix acalla a su amigo con un gesto. La chica continúa.
--- También me dice, “Con mi mujer nomás arreglá. Ella te ha contratado”. Pero cuando voy a verla ¡vuelta su marido me manda! Así me tienen…
--- A estos carajos hay que denunciarlos. Pero difícil es…--- dice Félix mirando a través de Tony como si fuera el vidrio de una ventana.
--- ¡Juliana, vení!— La llama el dueño desde el mostrador. Ella se acerca, recibe instrucciones y sale otra vez a la calle.
    Ahora para Tony, su amigo Félix constituye el portador de los misterios resueltos del Apocalipsis. Lo mira fijamente, las preguntas son obvias.
---Ella ha trabajado limpiando la casa del patrón del bar donde yo trabajo--, comienza a explicarle el asunto; ---dos veces por semana durante seis meses ha limpiado. Con retraso le ha pagado dos meses nomás, pero el resto se están haciendo los cojudos. Se aprovechan que no tiene documentos y que sola está viviendo acá.
--- ¿Tu patrón?
--- Sí pues, ese miserable. A otro paisanito sin papeles que trabajaba en el bar en denantes igual ha hecho. Y le ha echado debiéndole un mes. Protegido está el carajo por la policía que allí siempre va. A mí no me lo hace porque yo todito el trabajo le hago en el sótano, donde los otros vagos no quieren bajar, aunque atrasado a veces me paga.
---Con tu patrón debes hablar. Dile que le pague…---le dice Tony con una indignación que hace que la cerveza no sepa a nada.
--- No, ¡bien saxra(11) es! A la chica feo le trata cuando va a reclamar.  Y cuando me he detenido a mirar me ha gritado “¡Vos que miras, andá al sótano!”
Tony, pensativo, levanta la botella para servir más pero queda muy poco. Mira a la calle. El frío apura a los transeúntes a volver a sus casas. Pronto van a cerrar el bar.
--- ¿Sola está nomás? ¿Tiene su chico?—pregunta Tony.
--- Si tendrá su chico no sé. No le pregunté.
--- ¿Dónde vive pues?
--- En Celina(12) alquila una piecita; ahí cerca nomás donde sabíamos ir a comer con vos.
     Tony pensaba esperar un poco a que Juliana regrese de la calle pero, como siempre, comprende que la realidad y sus ilusiones suelen no llevarse bien.
---Paguemos y vamos---, le dice a Félix.

(continúa en la parte 2 
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Referencias:
(1) Quéste.. ¿Dónde está?
*,(2)Ñusta:virgen, princesa o doncella; símbolo de la tierra no fecundada.
(3)ese carajo: equivale a "ese tipo"
(4) en denantes: antes, anteriormente
(5) aire en mi cuello me va a dar: el personaje cree que el viento de la calle le producirá una especie de contractura o tortícolis
(6) ¡Yaaa..! Interjección equivalente a ¡bueno! u ¡oh! 
(7) en los colectivos: vio gente viajando en los autobuses de circulación urbana
(8) imilla: Chica joven, niña.
(9) chamarra: campera, (a casual jacket)
(10) yuqalla: Niño, adolescente, muchacho joven
(11)saxra: Malo, demonio, tacaño
(12) Celina:  Se refiere a una localidad llamada Villa Celina(en el partido de la Matanza, Provincia de Bs As), que se encuentra a 20 minutos de Pompeya (donde sitúa Charrúa), cruzando el límite de la Ciudad de Buenos Aires. Una importante cantidad de residentes bolivianos vive en "Celina"
 Note la característica sintaxis en el discurso de estos personajes. El orden de sujeto y predicado con las frases adverbiales suele invertirse. Ej Mal está mi negocio, muy endeudado estoy.