domingo, 19 de junio de 2022

20-20 Y DESPUÉS (Capítulo 4)

    

Este relato es FICCIÓN


                                               


  


                                               4



18 de junio


Tengo que acostumbrarme al teclado virtual de esta tablet. 

¡Sí que hace frío esta mañana! Y además llueve, no mucho. Yo me jactaba de no tener un "estado de ánimo yo-yo", pero parece que lo tengo nomás. Eso es  un invento mío entre otros ante los que mi ex nunca reaccionaba con simpatía. Por cierto, hay una vieja canción de  Sui Generis (Charly García) que tira como una conclusión que no será muy profunda ni original pero que se aplica perfectamente al momento en que uno está metiéndose con alguien: ...y jamás volveré a fijarme / en la cara de los demás /esa careta idiota que tira y tira para atrás. Claro porque… los ojos color de mar paradisíaco, la piel rosa pálida y su fragancia, los primorosos cabellos luminosos (no pretendo dármelas de poeta, eh)... y todo otro rasgo fenotípico, en particular el que se aprecia con pasión eurocéntrica… ¿Qué puedo decir a continuación sin correr el riesgo de cometer discriminación inversa? Por causa del enamoramiento deslumbrado que tuve por mi ex en su momento, mejor no digo nada, porque nadie está exento de abrir la boca y echarlo todo a perder. Supongo que el ideal romántico de Pablo Penáguilas con Marianela queda confinado al mundo de la literatura. ¿Quién podrá escapar a la tendencia de juzgar según las apariencias de este mundo? 

Volviendo a la lluvia: cuando algo me está tirando para abajo y no estoy seguro de de qué se trata, suelo activar el análisis inteligente como el de un antivirus, y considero lo que encuentro. Sí, porque yo también adhiero a la combinación/incorporación de la tecnología a nuestro cuerpo, como dicen por ahí sobre las ventajas que ofrece el  transhumanismo. ¡Nah! Ni en pedo. El control estaría fuera de uno, en manos de otro… Uhmm… Después  cuento lo que me vino a la mente cuando al hacer zapping vi una escena de "La Pistola Desnuda" …

Uf, volviendo al estado del tiempo. Me está costando hacer que suba o regrese el discoalfajor del yo-yo, el hilo está flojo y me siento torpe. ¿Qué cosas están acallando mis canturreos reflejos? Veamos: Nuria, mi hija, no me contestó los wasap estos días, ni siquiera me mandó esos gifs de besitos y esas cosas que conocen los chicos. Debe andar estudiando mucho, espero, por las  pruebas que tendrá pronto  [pruebas=exámenes en Arg]. Claro, es lo más probable. Es una alumna muy aplicada en general, debe haber salido a la madre. Bueno, esta me pidió hace  poco que la ayude a comprarle una Play Station a Nuria por el cumpleaños, que es dentro de un mes. Cuando le contesté de la mejor forma posible que no me gustaría que esté mucho tiempo con “la play" porque podría bajarle las notas, la radiante y política sonrisa que mi ex empezó a adoptar desde hace algún tiempo se iba desvaneciendo con el paso de los segundos. Encima Nuria viene y me pregunta cómo estaba Paz, a quien conoce de cuando la traigo a casa. Fue suficiente para que mi ex abandonara la forma de hablar de nena que, por si alguien no entiende qué quiero decir, es una moda, una forma de ser extendida entre las mujeres jóvenes/adultas en este país, que es distinta, por ejemplo, de la manera de hablar de las mujeres españolas (quien pueda entender, que entienda). Ah, eso es otra cosa que mi ex y Paz tienen en común: la forma de hablar nena cuando se encuentran en estado de reposo. Y ahora que lo pienso, antes Paula no hablaba como nena... en fin.

A ver, qué otras cosas tengo para el plato del día lluvioso de la balanza. Ah, una serie de incidentes que no le conviene tener a un alumno que estudia en el sistema educativo estatal. En una materia literaria, el profesor se ofuscó un poco porque lo contradije en algo que él acotó acerca de la historia de Caín y Abel (ocurrió en el marco de la discusión de un texto de Jeffrey J. Cohen, Monster Culture). El profe no solo opinaba sino que estaba convencido de que Abel era el preferido de Dios. Yo no soy precisamente un tipo piadoso pero recuerdo haber visto esa historia en catecismo a los siete años de edad. Me acuerdo bien de que Dios le  preguntó a Caín por qué andaba enojado, y le aconsejó qué debía hacer para no estar así (parezco mi amigo Darío). Sin embargo Caín hizo lo que hizo y ¡déjenme de joder: si Abel hubiera sido el preferido, el de arriba no lo hubiera aconsejado al otro para su bien! Ahora, mis compañer@s de clase, cero muestra de interés. Me pregunto qué joven de la era digital pensará en Dios y no estoy esperando que sean unxs santurronxs. Tampoco intervinieron/opinaron/ o lo que sea cuando en la clase de otra materia, la profesora me hizo quedar mal delante de todxs diciendo que “¿vos no estarás pensando en esas cosas raras de los vendehumo?" Cosas raras para ella fue poner la lupa sobre el personaje de Grela Púmberga (¿adivinan a qué pequeña heroína catastrófica del pronóstico del tiempo me estoy refiriendo en clave), además de comentar sobre sus apasionadas denuncias ante el mundo acerca del … [sonido patinoso de cinta acelerada]... todo eléctrico o con energía solar. ¡Vamos! Ponen el grito en el cielo por la preservación del medio ambiente; sin embargo, la extracción de esa materia prima estratégica en particular contamina el ambiente más que los compañeros de oficina alrededor. Bueno, no quiero saltar al tema que quedó pendiente con Mirta, mi terapeuta. A todo esto —y haciendo eco a las cosas que dice Esteban, el único compañero de clase despierto—, me estoy refiriendo al aula, donde se supone que se forma a ciudadanos pensantes y libres: ¿dónde está la libertad de expresión, por qué la censura previa? ¿Dónde está la misión de la institución educativa de formar ciudadanos con espíritu crítico? ¿Por qué se favorece de hecho el pensamiento único? Y eso que no mencioné a otros profesores que con textos claramente ad-hoc que contienen, por ejemplo, los siguientes conceptos/objetivos: resiliencia, inteligencia artificial, post verdad, Internet de las Cosas (IoT), blockchains, que el empresario informático nerd devenido en profeta es un genio, que no solo los amigos de ahí abajo sino todo debe ser sostenible. Nos enseñan que el tren de la historia no se puede parar. A mis compañerit@s de clase, —ey, no puedo dejar de parafrasear a Esteban— que se quedan bien calladit@s porque se me hace que por delante solamente ven la zanahoria del éxito en el mundo, me gustaría preguntarles si no les interesaría saber quiénes se han apoderado de la locomotora del tren de la historia. ¿Cómo plantear estas cosas cuando es más emocionante cierto megaevento mundial que se está acercando, y con los comunicadores de los medios que tenemos?  Chu chuuuu  

Bueno, me criticarán como mi ex ay Eusebio ¿por qué sos así?, o tal vez les pasará como a mi vecina Paz, que se le activa el chip de bloqueo cuando salen estas cosas en nuestras conversaciones. Hmm, nuevamente ¡interesante!  Este tipo de bloqueo suele ocurrir también en todas partes/con otras personas.  No tengo que olvidar la pavada que vi en esa película, La Pistola Desnuda. Puede ser una de las cosas que me propuse investigar.

Me estaba riendo solo mientras recapitulaba lo que tiró el autoanálisis. ¡Ey!  Escribir para este diario es terapéutico de por sí y ¡da resultado! Dos mesas adelante la chica de una pareja (creo que es una chica) me enganchó sonriendo solo y puso caras. Ya está, la lluvia quedó derrotada.

Y si tuviéramos al sol sobre el parque de acá enfrente y pudiera dar mi clásica vueltita por los senderos todo estaría más que bien, inmejorable. ¡Me olvidé los cigarrillos, %#?)💥@ 💀(&👀!


Por si acaso, esto último no es lenguaje inclusivo.




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domingo, 12 de junio de 2022

20-20 Y DESPUÉS (Capítulo 3)

 Este relato es FICCIÓN


                                    






                                                           3


 7 de Junio                                                                  


Definitivamente, escribir en casa, en mi vieja PC que tiene algunas teclas duras, es mejor. Me encanta tipear lo primero que aparece por mi cabeza cuando estoy desayunando enfrente del parque, temprano, cuando hay poca gente en el piso superior del bar.  Pero ahí, el tiempo suele pasar muy rápido y no puedo escribir todo lo que quisiera. Estuve anoche, había demasiada gente. Apenas tipeé unas líneas para las sesiones de terapia que empecé hace medio año, una vez por semana por recomendación de un amigo, para que me ayude a “transitar el duelo” de la separación con mi mujer. Confieso que ya en la primera sesión (es la primera vez que hago terapia) quedé… ¿fascinado?, puedo poner provisoriamente esa palabra aunque eso fue al principio. Eso sí, nada de opciones virtuales, por Zoom o cualquier otra basura. Prefiero soportar el bozal pero estar cara a cara (por suerte acordamos en no usarlo). Estaba enganchado las primeras veces; es que las sesiones pudieron abrir las compuertas de mi represa. Los que están habituados a la experiencia de terapia sabrán a qué me refiero. En cuanto a mí, creo que ya cumplió su ciclo, creo que iré un par de sesiones más and I’ll call it a day.

Ahora, esto es sobre las observaciones que hice a pedido de Mirta, mi terapeuta.  La última vez que estuve con ella en su consultorio,  surgieron unas cuestiones recién hacia el fin de la sesión.  Mirta no estuvo de acuerdo en general con algunas de mis impresiones, pero bueno, lo que ella diga se supone que puede aportar un punto de vista diferente y calificado.   

Como nuestra hora se terminaba y tuvimos que dejar justo cuando yo empezaba a dar con ideas que le parecieron interesantes, Mirta me asignó esta tarea para la semana:  que anote las cosas que se me vayan ocurriendo a partir de lo que observe/escuche a mi alrededor.

  —Creo que así en la próxima sesión podríamos ir directamente al punto con cosas como las que me empezaste a contar de repente, después de que permaneciste callado la mayor parte del tiempo.

  —¿Escribo todo, como un diario?

  —No, no como un diario. Solo las ideas. Frases. Por ejemplo, en tu trabajo, tomás notas muy breves, para no interrumpir mucho tus tareas. Me traés lo que anotaste y charlamos sobre eso. Y si querés y podés, después lo elaborás un poco más en tu casa o donde quieras, para que no olvides las cosas que querés decir. O sea, podrías escribir como en los telegramas.

Iba a hacerle este chiste: “COMPAÑERO HACE COMENTARIOS RACISTAS. STOP.  ENVIDIOSO Y TILINGO. STOP. FORRO SIN DUDA. STOP”,  pero con Mirta me propuse ser serio, así que me quedé callado. Con las psicólogas, más que con otras personas, hacer chistes de este tipo puede conducir al tema de la madurez, cosa que ahora no me parece venga al caso.

Mientras el mozo me traía el cortado, anoche, trataba de pasar en limpio lo que escribí en esa caligrafía espantosa que tengo. Ahora en la PC voy a ampliar  mis anotaciones breves y voy a organizar esto así: las partes que subraye van a ser para decírselas a Mirta en la sesión.  Las que no subraye, en cambio, me las voy a reservar. Ya veré para qué.  Así que veamos...

Notas para Mirta:  

El comportamiento de los que me rodean en la oficina es bastante predecible. (Ya estoy viendo a Mirta, arqueando las cejas y haciendo un gesto inquisitivo.) 

Si bien supongo que cada persona tiene una manera de comportarse que le es característica, ¿qué parte de esa forma de ser le es genuinamente propia, es decir, no modelada (por no usar un término que suene técnico como “determinada”) por la convivencia grupal? También me pregunto: ¿no tendrá lugar algo así como ese fenómeno que yo denomino "síndrome de la hinchada popular"?


Una vez intenté explicárselo a Mirta más o menos así: en una tribuna en la cancha, los hinchas cantan, se mueven y hacen todo como si fueran una sola persona en nombre del amor por una camiseta. Pero si de esta masa aisláramos a un solo individuo,  es muy probable que este individuo continúe cantando por unos instantes con esa voz deformada que emula el rugido de una multitud, hasta que después de unos minutos  (y preferentemente separado de los otros energúmenos) recupere su identidad/individualidad propias. La cuestión es: ¿Cómo el todo llegó a formarse de la suma de las partes, observando que ahora el susodicho individuo en forma separada volvió a ser él mismo, es decir un pobre infeliz? O bien, esta otra forma de ver el fenómeno: si hubiera alguien, una sola persona en medio del fragor de la tribuna,  que no quiere que se lo lleven puesto porque simplemente desea ver el partido tranquilo, ¿dejarán que logre lo que pretende? Realmente, yo no lo sé porque no debe ser una buena idea desafiar a Hulk (=la hinchada de la tribuna) exigiendo respeto. Sospecho que la existencia de la bestia tiene un por qué y un para qué. En otras palabras, a alguien le conviene que exista.

Ya le había dicho una vez algo parecido a Mirta. Me respondió "ay, no exageres”, y me explicó algo así como que se trata de un ritual consagrado por la cultura popular, que tiene un gran arraigo en nuestra sociedad, y citó a un especialista en cuestiones sociales de apellido difícil de pronunciar y bla bla bla. Pero no sé si entendió que para mí lo de la cultura popular no estaba en cuestión sino que me refería al fenómeno de la despersonalización de los individuos. Porque, ¿hasta dónde es normal que alguien se tenga que despojar de su propia forma de ser, de los valores que le inculcaron (si es que le inculcaron alguno), para que se confunda en una turba y le reviente la cabeza a alguien por amor a una camiseta?  Convengamos en todo caso que lo que pasa en una cancha estará bien porque hablamos de una cancha, pero hay mucha gente que traslada la intimidación grupal otros ámbitos de la sociedad, o que se comporta como si permaneciera en un estado de adolescencia perpetua de colegio secundario, donde es mejor que no se te ocurra diferenciarte de los demás.

Me di cuenta de que estas cuestiones son bastante difíciles de explicar. Me pasa siempre cuando estoy frente a Mirta  que no encuentro las palabras o me cuesta capturar mis propias ideas. Hace dos sesiones le dije que en muchos hogares, los padres son los que menos crían y educan a sus hijos. ¿Y quiénes si no? me preguntó. La televisión, le respondí, o más bien internet, las redes sociales, las modas, los amigos, los compañeros de trabajo, cualquiera. Los padres están ausentes trabajando para mantener cierto nivel de consumo o están muy ocupados procurando conservarse por siempre teenagers. Eso la debe haber molestado un poco porque la vi revolver los ojos; creo que la hice sentir incómoda, aunque no fue mi intención. Mirta me preguntó si no es una forma un poco simplista de entender la realidad. No voy a subrayar  todo esto último que escribí para que, cuando analicemos el tema, no volvamos a los mismos lugares. 

Lo que sí subrayo es esta otra cosa que escuché comentar a mi alrededor donde trabajo un par de días atrás: “¿Viste esos primeros días" —comentaba esta persona— "cuando empezás en un laburo nuevo, cuando todavía no sabés bien a quién le vas a hablar, con quién te vas a dar o no…?”  Bueno, opino que me parece la actitud de un calculador choto por no decir una actitud de mierda.  A lo mejor Mirta no va a ver nada malo en esto, pero yo identifico en esta actitud un doble cariz: por un lado la ansiedad de sobrevivir ante el grupo uniformizado y uniformizante, y después, por supuesto, la ambición/aspiración individual de trepar con la que viene programado el individuo medio. Pero ella es de justificar o naturalizar esta característica conductual de la gente. No conozco al marido de Mirta, pero se me hace que es un ganador del Método Grönholm. Al margen,  muchos de los que me rodean donde trabajo parecen intimidantes o que se las saben todas, pero todos  tuvimos que tomarnos el caldo del dragón del lejano oriente emitiendo balidos de pánico, meee, meee, meeee... 

Si le dijera las cosas que no subrayo para la tarea que me dio, ya me  imagino a Mirta separando un poco los labios como suele hacer, a veces golpeando suavemente el extremo de su lápiz contra el labio inferior.  Me hace acordar a  Marylin Monroe cuando cantó Happy Birthday, Mr President. La última vez que hizo eso, estaba cruzada de piernas, haciendo que las pantorrillas blancas trabajadas en el gimnasio se marcaran aún más. Y pude distinguir sus ojos sorprendidos, a pesar del reflejo de la luz de la ventana sobre sus anteojos de marco grande que están de moda. Tuve una erección pero me tapé con el pulóver que llevaba en la mano. Y por supuesto, no subrayo estas cosillas, jeje. Sí. porque Mirta es tan oficialista como Paz, mi vecina aunque aparentemente menos histérica. Jajaj

Pero es cierto. Y creo que lo constaté cuando empezó un compañero nuevo en la oficina la semana pasada. Los primeros instantes en que traté con él, lo noté una persona libre de influencias. Se comunicaba con naturalidad, en un ida y vuelta, como creo que es lo normal. Y otra vez —inducción del entorno de por medio—, esa necesidad de dejar su yo original para sobrevivir, porque a los pocos días el chico se convirtió en otro selectivo y otro "solo te hablo si vos me hablás primero".  Como ya sé que Mirta me va a preguntar que cómo lo sé, que qué hay de malo en pertenecer, tendré que presentar más evidencias concretas. 

Y esto es otra cosa que anoté para mi tarea: escuché cuando los de alrededor le informaron significativamente al pibe nuevo que cierto empleado que trabaja en la otra sala del piso es la persona más odiada de la empresa. Ni hablar de cómo lo matan al del otro piso. Y el pibe nuevo,  en su necesidad  de pertenecer para sobrevivir, ya ha dado muestras de haber etiquetado según se le dijo.   


El acatamiento al "deber ser colectivo" y la pérdida de la personalidad propia (y original) subyacen en las cosas que observo cuando digo que la gente es por demás predecible.  No se nota en la superficie pero es así, y no estoy lejos de dar con la usina de este comportamiento colectivo. Bah, los dos o tres que están detrás de la mala onda en el sector donde trabajo. 


Lo que sigue no se lo voy a comentar a Mirta. Una vez me dijo "intelectualizás mucho". Pero... si no estoy aludiendo al hombre primitivo de Hobbes (aunque lo que dice sobre el Leviatán es pertinente, oh sí) ni al de Rousseau, ni a Nietzsche, ni a ninguno de los otros. Estoy hablando de situaciones cotidianas/ámbitos domésticos. O si no, para no  intelectualizar mucho puedo decir: Dios los cría y ellos se juntan. "Mirta, la ciencia oficial dice que el planeta y el ser humano devinieron del big-bang, que la supervivencia del más apto es la ley, y no debe extrañar porque la parte que sobra de la torta a ser repartida es limitada".  Sé que no es tan así, cuando se lo dije simplemente repetí algo que me dijo mi amigo Darío. Mirta me retrucó que es simplista pensar a la gente de esa manera. Más simplista es, sin embargo, seguir al rebaño, ser un idiota útil a los planes de los que nos están cagando la vida, quitándonos cada vez más la libertad. ¡Oh, qué amargo es reconocer la realidad!


Quisiera que Mirta me contradiga en estas cosas, que se revuelva incómoda en su sofá cambiando la pierna que cruza. Quisiera que en nuestra hora de sesión, que suele pasar tan rápido, ella me haga ver cosas que tal vez no estoy pudiendo ver. Y espero no distraerme para que pueda defender mi punto de vista. Voy a tener mi pulóver a mano.



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domingo, 5 de junio de 2022

20-20 Y DESPUÉS (Capítulo 2)

 

Este relato es FICCIÓN





                     

2


16 de abril


El otro día encontré en el supermercado chino a uno de mis viejos amigos del barrio, Darío. Lo vi haciendo la cola para la caja cuando me acercaba yo también a pagar. La verdad, en ese momento yo no tenía ganas de charlar, y menos de llegar a los temas que surgen cuando me cruzo con Darío. Preferí fingir que no lo había visto y retrocedí hacia el pasillo de los productos de limpieza. Desde la vez en que este amigo me contó que se había bautizado en un ministerio cristiano que yo ni idea, me lo quiero cruzar cada vez menos. Darío siempre fue alguien creyente, de chico era católico como la mayoría en el barrio. Cuando mi mamá nos llevaba a misa a mí y a mis hermanos, Darío se juntaba más con nosotros que con su propia familia. Nos ubicábamos juntos en los bancos de la iglesia; se sabía los himnos de la misa de memoria pero yo nunca encontraba la página con la letra. Eso fue en la época de la primaria y comienzos del secundario.  De todos mis  amigos del barrio sólamente él era así. Los demás de la bandita éramos como todos, pasábamos el tiempo en cosas de pendejos, de los de antes, sin la influencia del cable, netficks u otras fuentes de violencia como dice Darío. Pero él fue un capillero hasta la edad de los 15 más o menos (tenemos la misma edad), después cambió. Por entonces, una vez le pregunté por qué no lo veía más en misa los domingos las pocas veces en que yo iba. Me contestó que lo que aprendió en las clases de historia del colegio lo hizo indignar. "Ah, ¿sí? ¿Y qué aprendiste?" le dije. Me dio a entender con un gesto no quería perder el tiempo conmigo sobre eso. Si "el monaguillo”, como le decían los otros pibes (porque era “puro como su imágen”, el lema de un comercial de café de Argentina), había dejado de ser creyente, su desengaño debió haber sido importante.  Tuvo a continuación su etapa de renegado social o de rebelde sin causa (rebelde sin chaucha, le decíamos) aunque tampoco estaba muy interesado en juntarse con nosotros. Después nuestras vidas se alejaron por un par de décadas más o menos, y se volvieron a cruzar hace no mucho. Cuando charlamos sobre qué había sido de nuestras vidas, me contó que había quedado viudo y que tuvo que criar dos pibes él solo [pibes=niños varones] que ahora están en edad escolar. Como yo también estoy solo porque me separé y mi hija (el único hij@ que tengo) está viviendo con la madre, pensé que en esta época retomaríamos de alguna manera la amistad del barrio. Creo, sin embargo, que va a ser más difícil ahora, lo noto muy firme en sus creencias y eso pone una barrera entre nosotros. Las veces en que nos cruzamos, para mi es mejor que las charlas no pasen de hablar del tiempo y de alguna que otra cuestión de la actualidad. ¿Por qué? ¿Se acuerdan de una vieja canción de los Pet Shop Boys? Justamente a Darío le gustaban los “pechos-voy''; me gustaría poner la traducción al español del tema It’s a sin, así se entiende a qué me refiero.

Ahí estaba mi amigo, controlando el vuelto que le dio la cajera. Yo estaba dispuesto a hacer un poco más de tiempo entre entre las lavandinas y los jabones líquidos, quería evitar que retomáramos la conversación que tuvimos hace poco sobre… la tierra plana. ¡Por Dios! Por ejemplo, él cree que el viaje a la luna es un fraude, que nunca ocurrió. Sí, ¡él cree en eso! Estamos bastante de acuerdo en que tenemos un gobierno títere que se propone ejercer un control espía sobre las personas y que la nueva normalidad impuesta responde a un plan a largo plazo de una élite globalista de personajes que los medios nunca mencionan siquiera y que por eso siguen operando en la oscuridad. Pero lo de la tierra plana… hasta ahí llegamos. Cuando salió eso, le recordé que existieron Copérnico, Newton y Kepler (que tuve que estudiar en mi actual carrera), pero Darío sacudía la cabeza como anticipando que tenía mucho para decir sobre ellos. Por suerte el ringtone de su celular interrumpió el debate.  Ahí aproveché para escaparme, esa fue la última vez que charlamos. Ahora, cuando vi que salía del supermercado chino con las bolsas de sus compras recién me acerqué a la cola de la caja. 


Antes de entrar a mi departamento, voy a tocar la puerta de mi vecina para devolverle el azúcar y los fideos que me dio y que yo dije que iba a reponer. Paz se llama mi vecina. Creo que le gusto, para mí es obvio y ella parece no estar dispuesta a disimularlo. La verdad es que a mí, Paz no me interesa para algo más. Ella se encuentra en las antípodas de Darío y sus pruritos religiosos. Paz no tendría ningún problema en agarrar viaje hacia lo que dé con un mero parpadeo de luz verde. Es por las cosas que dice, si no la malinterpreto. Estaría bueno presentársela a Dari en una reunión que yo podría "improvisar" en casa. Me río nomás con la idea.    El caso es que ella simplemente no me atrae. No es una mina fea en realidad, es solo que no soporto que sea tan oficialista, tan adoctrinada en favor de la nueva normalidad. Me gustaría que supiera que, además, conmigo no suman esos peinados de mechas coloridas o el del flequillo/coleta que no le quedan tan bien a los 30 y tantos, según mis cálculos; mucho menos los borceguíes de plataformas de más de cuatro dedos de alto. Después, está la defensa a capa y espada de la “presidenta”. Tal vez si no fuera por estas cosas, calculo que podría montar una puesta en escena descaradamente copiada de esas comedias románticas que consume. Sex and the City? Qué sé yo. Creo que debe pensar que soy demasiado correcto o tímido pero me sale así con ella, parece que siempre estoy escapando de las insinuaciones o de cuando las situación queda servida en bandeja. Una vez me dijo, "Vos creés en lo de muerte al macho, ¿no?", y yo no pude contener una carcajada. Lo bueno es que Paz  parece no enojarse con mis actitudes de no-acción. No sé qué pensará de mí. Yo no soy un mojigato como Darío, pero reconozco que fui criado a la antigua. Además, algunos comentarios que hace me irritan aunque aunque trato de no demostrarlo. Estuvo protestando porque adondequiera que va, ella va observa que la gente se está relajando en esta cuarta ola de lo que ya sabemos, dice que deberían pedir el pase en todos lados. Si bien yo vengo cumpliendo con las clavadas hipodérmicas —admito que lo hice por cómodo y por conveniencia—, no me gusta nada cómo se dieron las cosas durante el surgimiento y desarrollo de la pandemonia . No quiero pelearme con ella por estas cuestiones como me pasó con otras personas, un par de amigos, por ejemplo. Esto es un poco largo de contar. En fin, antes de entrar en mi departamento, le toqué la puerta para devolverle las cosas de su alacena. Detrás de su puerta se escuchaba esa música latina, pero no me abrió. Me pareció raro.

Dejo el diario por hoy, tengo que ocuparme de mis tareas para la facultad, sé que tengo que leer un montón. No sé si esto se parece a un diario o a otra cosa. Es un diario como dije, un diario a la Eusebio.





23 de abril


Estoy estrenando esta tablet Samsung que me compré porque a mi plata quiero consumirla yo, no la inflación. Es más cómoda para llevar en la mochila. Estoy tomando el desayuno en el piso superior de este bar del que soy habitué, justo enfrente de mi parque favorito. Estamos en pleno otoño, el día está bárbaro, bastante fresco pero soleado. Es solo que la mañana de este sábado me quedará corta para disfrutar: después de esperar por diez minutos en la parada del colectivo [autobús público en Argentina] tuve que regresar a casa por la mordaza que seguro olvidé sobre la mesa, porque si no, no se puede viajar. Esta cosa obligatoria para ciertos casos no deja de irritarme. Ya cumplí incluso con el tercer clavado y empezaron a decir que agarremos otra vez la tabla de surf porque se viene la cuarta/quinta, vaya a saber. Sin embargo, no van a negar que lo que se observa en la calle es gracioso. ¡La gente anda con la máscara del zorro afuera, donde el aire circula! ¿Pero no está acaso permitido no usarla en lugares abiertos? Es difícil librarse del miedo que se infundió durante aquel año negro del comienzo de esta década, con esas imágenes virtuales de entidades microscópicas que se movían y giraban como criaturas del mundo subarino detrás de los comunicadores en la televisión. Quedate en casa, quedate en casa, quedate en casa. Un conocido que reencontré después de unos años me contó que atravesó por un cuadro depresivo. Yo tengo la suerte de tener un empleo de esos que se consideran esenciales, así que zafé porque podía rotar con mis compañeros de trabajo y viajar hacia la oficina cada dos semanas. ¡Qué desesperante hubiera sido quedarme en casa todo el tiempo cuando no tenía teletrabajo, en la época más dura de los encierros! Esos

meses fueron una experiencia espantosa que ojalá no tengamos que repetir, aunque —por las declaraciones que hacen los especialistas— podríamos tener un reprise. Hay mucho que quisiera contar sobre esa época, no lo haré ahora. 

Volviendo al amor por el bozal que tiene la gente que veo en la calle, simplemente pienso que si ya te han picado, y si el gobierno —tan "comprometido" con el bienestar de las personas— permite que no lo uses en espacios abiertos, entonces el miedo quedó como un  tatuaje límbico. ¿Y cómo se podría exorcizar ese miedo? Las voces autorizadas en las pantallas exhiben sus credenciales; ¿quién puede entonces cuestionar lo que dicen esas voces prestigiosas y de autoridad por sobre el resto de los mortales? Nuevamente hay mucho que quisiera decir al respecto, pero en esta tablet con un teclado virtual no es muy cómodo escribir. Lo que sí me pregunto es, ¿cómo es que nadie se dio cuenta? Lo estoy viendo en este mismo bar ahora: ¡he ahí la solución para exorcizar el miedo de las personas a dejar el bozal cuando la situación no lo requiere! Lo que se debería hacer es invertir sumas ínfimas de dinero (ínfimas en comparación con los miles de millones que se pagan a los órganos crediticios internacionales) para implementar mesas que se mueven por las veredas o por las calzadas, mesas con ruedas y sillas alrededor. Sentadas a la mesa, la gente iría viajando como si estuvieran comiendo, de hecho podrían hacerlo: desayuno, almuerzo,  merienda, cena. Che ¿me pasás el azúcar, que me bajo en la esquina? Se podría lograr que la gente creara relaciones familiares extendidas. Además, de una vez por todas, se destruiría la hipótesis ridícula de las “burbujas familiares''. Y a la política globalista le vendría bien, ya que el tecnato de billonarios  está promoviendo una especie de nuevo socialismo, así que tan descabellada no parece la idea de los "colectivos-mesa". Y si fueran impracticables debido a muchas limitaciones, ¿dónde están las mentes creativas y emprendedoras de la nueva era sustentable para que adecuen las cosas? 

No, no, fuera de broma: cuando pasen por las ventanas de los bares y restaurantes fíjense cómo la gente (la gente que puede) encuentra con toda naturalidad su momento de sosiego respiratorio; no se aprecia en sus rostros la menor sombra de aprensión. Eso sí, en este tipo de lugares cerrados, si te levantás para caminar hacia al baño, ¡tenés que usar el bozal! ¿o sos un desconsiderado?

Aprieto el botoncito para llamar al mozo. No es muy cómodo tipear en esta tablet. 



 

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