domingo, 4 de abril de 2021

LA TORRE DE NIMROD

 






Vamos, vamos nosotros también a destruir la torre de Nimrod y a mostrar al mundo en quiénes se ha posesionado en estos días aquel antiguo rey, aquel perverso que, en su codicia, nunca ha dejado de acechar. Los hijos de Nimrod amenazan con llegar a lo más alto, aunque nunca alcanzarán las alturas del Altísimo. Proyectan contra la bóveda celeste sus hechicerías engañosas, envían sus maleficios para provocar a ira al mar, a la tierra y a los vientos, mientras claman que para apaciguarlos deben oprimir  a las gentes. En las moradas de los incautos, a través de sus espejos negros, hunden los cuchillos oxidados de sus mentiras, seducción agradable de hombres y mujeres que han ganado el mundo.  ¿No ves que se han hecho de arcos y de flechas que esta vez pueden llegar realmente lejos en la Tierra, lejos como nunca antes habían logrado los de su estirpe imperial en el pasado?


Vamos, vamos nosotros también a destruir la torre de Babel, a correr las cortinas para que entre el sol del alba y los deje chamuscados sobre el piso antes de que —envanecidos del mañana— vuelvan a esconderse en sus sarcófagos . A la verdad, no habrá más oportunidad ni tiempo para nadie. 


No podrás enfrentarlos sin la armadura necesaria, la única que te salvaguardará, la que llevas en la mente cuando está despejada y en el corazón cuando queda aligerado, ambos bajo dominio propio mientras la potestad del aire ruge y la confusión de las aguas que corren de aquí para allá arrasa con todo. 


Vamos, vamos, como palomas en medio de serpientes, como los que saben cuándo habrá que huir a las montañas en la víspera del fuego y del azufre, como los que están avisados del ejército de las criaturas venenosas que emergieron del abismo y que al abismo volverán luego de sus victorias efímeras.


Vamos, vamos nosotros a destruir la torre de Babel, pero no como los hijos de Nimrod destruyen la Tierra y extravían a sus moradores. Y no temamos porque el fin —así como ha sido escrito— así será.







                                                                                    Eusebio Natanael

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