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26 de marzo
Ya pasaron dos meses desde el día en que me enteré de que van a encender el sistema de radiofrecuencias que va a afectar a la gente. Estuve mirando todos los noticieros (favorables a ambos lados de la grieta) y solo mencionan la activación tan celebrada del 5G que ya ocurrió hace casi dos años. Pero de este sistema de radiofrecuencias que me interesa, nada. Estuve averiguando por distintos medios, estuve googleando el tema y lo único que he obtenido son avisos de fake news en cada sitio web que insinúa algo al respecto, incluso de manera codificada. En los sitios donde se puede encontrar algo, he visto íconos de advertencia: sitio no seguro. Además, hay algo que está funcionando con eficiencia desde el comienzo de 2022: el escaneo, la geolocalización y la identificación inmediata de quienes navegan la web en busca de información relacionada (y ni hablar de la “administración” [acá en realidad quiero usar la palabra iny-cc-ón] de una nueva especie de cookies de seguimiento en la PC de uno, que son difíciles de eludir). Tal como lo dijeron los pocos periodistas disidentes que quedan, la policía de internet está en pleno funcionamiento. Claro, es que entró en vigor una nueva legislación internacional que se impulsó en los países..., bah, la historia de siempre.
Antes de irme a la cama voy a guardar lo que escribí para este diario digital (odio llamarlo según la moda de este tiempo) en el disco que una vez me regaló mi hermana y que finalmente decidí usar solo para esto. Voy a mudar todas las fotos de mis vacaciones que había guardado ahí, de esos años cuando la libertad plena que disfrutábamos era algo que dábamos por hecho y pensábamos que siempre sería así. Yo no creo que se pueda llamar libertad a lo que tenemos en esta nueva mierda (jajaj perdón, nueva normalidad quise decir). Durante los encierros del año 2020, recuerdo que un compañero del trabajo decía “pensar que éramos felices y no nos dábamos cuenta”. No sé si él mismo tuvo la inspiración o fue una frase que se hizo viral en ese momento.
Lamento tener que desalojar también del disco el borrador de una especie de novela que estuve escribiendo. Pasa que necesito editarla de arriba abajo y quería reescribir varias ramificaciones porque fui bastante improvisado; volqué prácticamente mi stream of conscious en tiempo real. Algunas de las historias que puse son prácticamente autobiográficas, lo cual, según algunos, es una marca de falta de creatividad, cosa con la que no estoy de acuerdo en absoluto. Además, creo que lo que estuve haciendo necesita de una dosis extra de cinismo como para seducir a los adeptos a la nueva normalidad. Pero creo que un diario es algo distinto, debo tenerlo presente para no caer en loops estilísticos y de perfeccionismo que en este caso no me interesan.
Bueno, no escribo más por hoy. Estoy cansado, me arden los ojos y se me acabaron las lágrimas artificiales. No sé si pude usar correctamente los pocos términos informáticos de esta entrada, no soy un digital native y, a esta altura de mi vida, dudo que tenga una transición exitosa a la categoría apropiada. Decidí que no voy a ser tan quisquilloso con las cuestiones de redacción, normativa y demás; este es un diario y no una novela que debo presentar ante el corrector de una editorial. Así que puede que haya entradas en bruto, sin edición. Digo esto por si algún día lo lee alguien y se le da por analizarme. Ojo, que puedo tener mi ego a pesar de todo. ¿Por qué no?
10 de abril
Escuchaba en la televisión esta mañana mientras me preparaba para ir al trabajo que la nonagenaria y mayor diva de la televisión argentina se encuentra muy bien, mejor que nunca a pesar de que la volvió a atacar una nueva bariantte😜. No me sorprende que a ella la pongan de ejemplo de alguien que cumple diligentemente con las prescripciones del Estado para los habitantes de la tercera edad con respecto a esta cuestión que empezó en el 20-20. Aviso a mi lector que no puedo ser más específico o claro con las palabras porque las actualizaciones en todos los procesadores de texto y los mecanismos informáticos que habilitan el tráfico de datos entre aparatos (celulares, tablets, PCs, etc.) filtran o anulan ciertos términos sensibles de la presente realidad mundial en cuestiones de lo que ya saben. Las restricciones empezaron a abarcar otros rubros de los cuales todavía no estoy seguro pero que tienen que ver con necesidades/insumos básicos para la subsistencia. ¡Pensar que yo me reía de las personas que tienen maneras de hablar ampulosas y que no dicen las cosas directamente! Este es mi castigo, supongo.
Voy a tener que abandonar el diario por un rato. Tengo la heladera vacía. Salgo corriendo al supermercadito chino que tengo cerca de casa antes de que pierda la cuota de mercaderías que me corresponde comprar en estos días según mi ID. No quiero gastar las cosas de la alacena de mi nueva vecina otra vez (después voy a contar más sobre ella), aunque es muy copada, siempre me dice que le pida lo que quiera, que no me haga problemas si tardo en devolverle. Lo único que no le acepto, aunque ella insiste en cedérmelas, son las nuevas carnes que empezaron a abarrotar las góndolas en todos lados. Yo me había propuesto no comer más las hamburguesas de los locales de fast food clásicos, y por un par de años cumplí con mi palabra. Hoy me parece que esas "carnes" demasiado blanditas, que muchos condenaban por tener un origen raro, son mucho mejor que lo que hay hoy en día en lugar de la carne como Dios manda que se compraba en las carnicerías. Una vez se la di a un perro callejero que andaba por la esquina donde vivo. Vi que la olfateó y la comió con poco entusiasmo. Hace mucho que no lo veo correr detrás de los autos que pasan cerca de su lugar, dicen que lo agarró uno en la avenida o quién sabe... …
