sábado, 3 de septiembre de 2022

20 -20 Y DESPUÉS (capítulo 6)

 

Este relato es FICCIÓN


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                                                            6



mes de julio

Dear diary: esto es lo que pude rescatar del archivo que se me perdió. Ahí estaba todo lo que venía tipeando.

En esa película de "La Pistola Desnuda" los incidentes extraños ocurrieron tres veces si no recuerdo mal. En una escena, el villano que actúa Ricardo Montalbán le da una orden con un dispositivo electrónico a la mente de su secretaria para que ella le dispare a la persona que él estaba entrevistando. Le mostraba así a este último el arma secreta ultra sofisticada con la que cuentan para asesinar a la reina de Inglaterra cuando esté de visita en Yankilandia. El arma consiste en la manipulación de la voluntad de las personas por medio de una especie de hipnosis radiotransmitida por control remoto; con el arma se puede hacer que las personas cometan actos sin ser conscientes de lo que hacen. En las escenas finales la aplican a un jugador del partido de béisbol a la que la reina asiste como espectadora de honor; y un poco más tarde, el dispositivo electrónico se activa, esta vez por accidente, haciendo que la novia del teniente Drebin estuviera a punto de cagar a tiros al viejo, jaja. Las escenas son hilarantes, si vieron la película no creo que necesiten que la cuente en detalle. 


    Aquí es donde tengo que traer a colación las conversaciones delirantes que he tenido con alguien que hasta ahora apenas mencioné, Esteban, un compañero de la facultad. Él y yo tenemos más o menos la misma edad, y como venimos coincidiendo en la cursada de varias materias de la carrera, nos anotamos casi siempre en el mismo equipo para los trabajos prácticos. Las intervenciones de Esteban en clase tienden a ser un tanto polémicas, él es un crítico antisistema que pone bajo la lupa los contenidos de las materias. Yo también, como pueden notar en este diario pero no estoy tan informado como él. Cuando trabajamos juntos, me cuenta de cosas que encuentra en internet, sobre un plan que el poder financiero y político internacional viene poniendo en marcha desde hace mucho tiempo para apoderarse del mundo, de proyectos científicos malévolos al servicio de este plan, y hasta del sistema educativo, al que él acusa de cómplice de semejante plan. El alud de estas cosas al principio eran para mí demasiado, y eso que yo justamente soy una persona a la que se le puede venir con estos temas. Como hago con mi amigo el religioso Darío, al principio escuchaba a Esteban hasta cierto punto y trataba de cambiar el tema de conversación, a veces sin éxito, porque los temas en los que trabajamos para la facultad suelen conectarse de algún modo con las teorías de la conspiración a las que suscribe. Pero la verdad es que cuando lo vuelva a encontrar, sin embargo, voy a tener que admitirle que sus ideas no son tan conspiranoicas después de todo. De hecho, hay cosas en las que me parece que él tiene bastante razón, si pienso en cómo han estado las cosas con mi vecina Paz después del incidente en su casa, el cual se lo conté a él.


    La última vez que vi a Esteban nos habíamos reunido en su casa para hacer un trabajo práctico que consistía en responder in pairs un cuestionario de un texto sobre la traducción de cierta actividad profesional. El pequeño hijo de este compañero estaba viendo dibujos animados en la misma sala donde nos encontrábamos. Esteban le dijo un par de veces, Bajá un poquito, ¿no ves que papá está haciendo la tarea con un compañero? El nene le hacía caso pero al rato el volumen aumentaba otra vez. En un momento, mi compañero se enojó y estuvo por retarlo mal; lo evité comentando:

   —Ah, ¿le gustan los dibujitos de nuestra época? Mi nena veía hasta hace poco unos que yo ni idea, esos de ahora.

   El nene estaba viendo un capítulo de El Inspector. 

   —Sí, le gustan porque se engancha cuando yo los veo— dijo Esteban sonriendo—. Yo sonreía también, porque como él soy de volver a cosas que veía cuando era niño —. Los busca en Youtube. Mejor que vea eso y no la basura Disney— dijo mirando su wasap.

   Como nosotros charlábamos, me parece que el nene quería escuchar mejor y subía el volumen. Entonces miro a la pantalla y veo que aparece un personaje en el final del episodio que dice: Yo no estoy loco [el personaje era un científico loco] ni pierdo el tiempo viendo la televisión como hacen todos. Hasta ahora no he podido encontrar en Youtube el episodio para ponerlo acá. A lo mejor era otro dibujo animado; yo pensé que era de El inspector porque escuché la música. Esteban también escuchó eso, miró la pantalla, e hizo un gesto "¿no tengo razón yo?".

   Esteban empieza entonces uno de sus monólogos en los que me cuenta de los experimentos que descubrió con los que están buscando controlar a la gente. No puedo poner acá a todo lo que me contó, aunque en el archivo que perdí había escrito bastante porque me pareció una verdadera locura. No puedo pasar por alto este asunto porque está relacionado con lo que me pasó con mi vecina. De hecho, en ese momento le conté a Esteban del episodio de cuando entré a su casa y la encontré recostada sobre el sofá. La parte crítica de la historia, que no fue el acto en sí (parezco mi amigo Darío) y he aquí el por qué, tuvo lugar cuando me la encontré la mañana siguiente del incidente en su casa. Yo había entrado al edificio y estaba esperando a que llegara el ascensor (vivimos en el quinto). Cuando llega, se abre la puerta y sale Paz vestida como para ir a correr [trotar].   

   — ¿Cómo andás? — me dice Paz y me da un beso —. ¿Hace frío afuera? —.   La cara y la actitud que tenía eran las más casuales que se pueden tener. Estoy seguro de que yo me veía incómodo, no sabía qué decirle, por dónde empezar —. Ya sé, Euse, no me digas nada. Problemas con tu ex. Se te nota corazón, te conozco.

   Pude abrir la boca al fin:

   —Siento que tendríamos que hablar sobre lo que pasó. Por supuesto que queda entre nosotros. A mi ex no le dije nada. Igual, ¿por qué tendría que decirle nada ahora?

   —¿Decirle qué cosa?

   —¿Cómo qué cosa? Lo que pasó.

   — ¿Lo que pasó? No entiendo. ¿De qué hablás?

   La miraba bien a la cara esperando que dejara de hacerse la graciosa. Encima, se había coloreado aún más las mechas. Sé que las mujeres hoy en día están en ocupaciones que antes eran exclusivas de los varones, como ser chofer de colectivo, así que no sorprende que ahora hayan payasas. ¿Cómo que qué paso? ¿Es que ahora se toman esas cosas con más naturalidad que nosotros?

   —No estabas borracha, Paz. No te podés olvidar tanto. Estuve con vos en tu cuarto esta mañana, ¡en tu cama! 

  ¿Queeeé? Euse, me perece que borracho estás vos.

   Definitivamente, era como estar en una comedia. Tantas que he visto en la tele y ahora parece que estoy dentro de una. Lo que sí ruego que no se trate del karma/maldición de los que detestamos a Adrián Suar, ¡pánico, horror! Aparece desde la calle una vecina del mismo piso al lado de los dos y nos mira muy interesada; saluda, entra al ascensor y se queda con la mirada fija a través de la puerta plegadiza mientras sube.

   —Paz, ya somos adultos. Fue algo que nos puede pasar a todos cuando estamos, cuando estamos… Me diste luz verde y bueno... ¡yo avancé!

   —Me estás preocupando, Euse. ¿No querés venir a correr? Te va a hacer bien. Mientras me vas contando lo que te pasa.  Te vas a tranquilizar como necesito que me pase a mi. Me llegó un mail que dice que mi huella [de carbono] está muy alta comparada con el promedio de los últimos meses. Quería comprar un pasaje para Madrid, ahora me va a costar un ova...

   —Paz, estoy hablando en serio. Pasó lo que pasó, te pido disculpas, no fue algo que yo busqué, vos lo sabés. Que quede todo como siempre. 

Mientras le hablaba, seguía mirándola bien a la cara como tratando de detectar algún gesto o alguna actitud de que se estaba haciendo la boluda. Nada. Actuaba genuinamente ajena a lo que le decía; hasta no parecía ella sino una hermana gemela. Miraba hacia la entrada y me miraba a la cara. 

   —Venite a casa al medio día y hablamos. Pero vení, eh. Ay, ¡tenían que ser hombres!



    —Mirá, si la encamada fue así como me contás y después le agarró amnesia, voy a descartar la hipótesis fácil: que se sacó las ganas y ahora te está boludeando— me dijo Esteban, con la mirada perdida en la pantalla colorida con los dibujitos que miraba su hijo. Yo miré otra vez. Nos quedamos callados un instante durante el cual el sargento Dodó se convertía en un monstruo, le disparaba al Inspector y enseguida volvía a la normalidad sin ser consciente de lo que hacía cuando se convertía en el monstruo. Me acordé de ese capítulo. Sí, lo vi alguna vez cuando era chiquito. Le pedí disculpas a Esteban por hacerle perder el tiempo con esta cosa que me pasó. No te preocupes, te entiendo, posta, me contestó, y levantando su celular me lo mostró como diciendo acá está el por qué te entendiendo.

   —Gracias. Mirá, la verdad que no me puedo concentrar. Creo que podemos dividir lo que queda del TP y lo terminamos por separado.

 —Está bien—, me respondió, y mirándome fijo —: Eusebio, si supieras que lo que me contás me interesa mucho, demasiado, te diría.   

   —¿Ah sí? ¿Por qué?

   —Es largo de contar ahora. Pero como siento que sos alguien que me podría escuchar, en otro momento te cuento bien.

     Dividimos con un rayón la fotocopia del texto y quedamos en que me contaría de cosas que tenían que ver con el caso de Paz, la amnésica.



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