domingo, 3 de julio de 2022

20-20 Y DESPUÉS (Capítulo 5)

Este relato es FICCIÓN


Link al capítulo anterior⇚





                                                 

       5



3 de julio

 

 [Mensaje de Wasap]

 Darío F:

 Hola Euse queria pedirte una clase de ingles para mi nene, tiene examen pronto. Te pago lo que me digas. Porfa avisame si podes.

 

      Yo también ando con un examen en puerta y veo que no me estoy ocupando mucho. Uh, este Darío. Una vez le  ofrecí sesiones informales de conversación porque había salido el tema de que él quería viajar; nunca me las pedía pero el día que lo hizo yo no tenía tiempo ni para hacer la limpieza de casa porque estaba cerca de un final. Después el pedido quedó olvidado. Ahora no le puedo decir que no, me da no sé qué. Debe ser para el mayor de sus chicos, Matías, que no es tan nene. Debe andar por los 20. Bueno, veré qué puedo hacer, pero tendría que decirle antes a Darío que no soy un precisamente un profesor. Voy a hablarle de eso, no de otra cosa.

     Pasaron dos semanas desde que escribí para este diario. Supongo que lo que sigue  es lo más destacado.

      No quiero hacer del episodio algo especial, simplemente pasó. De hecho, lo escribo como me sale (mentira: algo edité) y lo dejo en el diario porque observé algo que tiene que ver remotamente con eso que me enteré de que puede  afectar a la gente (lo que mencioné en la entrada del 26 de marzo en este diario).

       Todavía tenía que devolverle las mercaderías a Paz, porque a esta chica no la podía encontrar. No vaya a ser que le use lo que guardé y después le deba más; no quiero aumentar mi huella de carbono; ya saben, según el monitoreo del ID que ejerce el Big Davos Brother, los que viven solos como en mi caso no tenemos prioridad para hacer las compras de supermercado esta semana. Así que el sábado cerca del mediodía, con una bolsita en mano fui a tocarle la puerta. Como no Paz no abría (qué juego de palabras espontáneo, ¿se dieron cuenta?) estaba por volverme a mi lugar cuando escuché que gritó Eusebio agarrala y abrí. Enseguida una llave salió deslizándose por debajo de la puerta. Abrí rápidamente y, ya adentro mientras cerraba, le dije que cómo podía hacer eso. ¿Y si es otra persona, un ladrón, un degenerado? Paz estaba tirada en el sofá de la sala, vestida como si hubiera vuelto de un boliche [=de un  baile]; se cubría la cara con un antebrazo. ¿Todo bien?, le pregunté. Tardó un poco en responderme, pensé que tenía resaca.

      —Hola, Euse. Se me parte la cabeza. ¿Qué pasó?

     —Vine varias veces para traerte las cosas de tu alacena. No te encontraba.

     —Ay boludo, si no hacía falta… —. Iba a responderle algo pero me tapó. —: Vení, porfa. Necesito que me ayudes a abrir mi cuarto. Creo que se cagó la cerradura, no pude abrirla.

       Y me alcanzó otra llave. Me acerqué y al probar se abrió normalmente, sin el menor esfuerzo. Se lo comenté pero no me contestaba, seguía recostada tapándose la cara con el antebrazo y etcétera.

        Silencio.

      Le hice más chistes y le dije que al irme cerraba desde afuera y que a la llave la mandaba para adentro como hizo cuando me la pasó.

      Silencio largo.

      Estaba por hacer como dije y ella levantó un poco la cabeza para mirarme. La forma de mirarme era rara. Me pareció como si hubiera perdido la memoria, pero no:

  —¿No pensarás dejarme así? Ayudame. Llevame a la cama.

      Supongo que en este tipo de situaciones a todos se nos pasará más o menos los mismos pensamientos por la cabeza.

      —Ay, ay, esta chica. No voy a decir que ya estás un poco grande para unos tragos y una noche intensa pero tenés que prever estas cosas. Además, no sé cómo llegaste. Mirá las cosas que están pasando en la calle todos los días.

      Traté de estirarla de la mano para que se incorporara  pero no hubo caso. No digo que Paz sea gordita sino rellenita, pero no era eso: estaba poniendo un poco de resistencia. Creo que pretendía la clásica entrada nupcial en brazos. Yo quería volver enseguida a casa, colgar la ropa en el tendedero y después hacer mi tarea, así que me agaché y la levanté. El perfume que tenía era suave (no soy bueno para describir estas cosas pero era cautivador), o no sé si era alguna crema. Con el vestido estaba muy distinta de su estilo habitual. Cuando dijo gracias cerca de mi cara no tenía aliento a alcohol. ¿Qué onda? Al dejarla sobre la cama mientras trataba de taparla con los cobertores, me tocó y me besó. No quiso que la tapara. Me atrapó el cuello y  me acercaba a sus labios. Ay, esta chica, decía yo. ¿Saben?, yo critico los lugares comunes en las películas, siempre lo mismo, esas escenas están para que el espectador sienta envidia o sueñe con esas situaciones. Bueno, ésta avanzaba rápido. Yo no me había bañado, estaba como me levanté. Eso no impidió que pronto Paz demostrara sus virtudes con lo que se imaginan.  No me dejó escapar cuando le dije que me dejara pasar un segundo por el baño. No voy a contar los  pormenores, lo lamento. Para el momento crucial, solo tuvo que estirar la mano al cajoncito del velador.  Todo fue rápido, casi sin previa. Y vuelvo a lo que puse en la entrada anterior cuando mencioné al personaje de Pablo Penáguilas, porque en la penumbra del cuarto era como estar ciego, o "verla" como si fuera otra mujer. Es buena si la comparo con mi ex. Sus besos crecían en...  me ponían a mil pero al mismo tiempo me preocupaban. Me dije, ya estoy en esto, lo que venga después, no sé.

     Cuando me disponía a dejarla en la cama y volver a casa, traté de decirle algo como para justificarme o como para abrir el paraguas ante las posibles derivaciones del episodio. Tenía muy claro que ella y yo seguiríamos siendo vecinos y nada más, pero ella se quedó totalmente dormida y no creo que me haya escuchado. Salí de su departamento haciendo con la llave como había pensado, en parte satisfecho y en parte con remordimiento. Me di una ducha y después colgué la ropa en el balcón, ambas cosas automáticamente. ¿Y ahora? No quiero nada con Paz. No es mala onda pero… yo no la busqué… ¿Acaso no tenemos todos nuestra propia voluntad?

     No pude concentrarme para escribir el essay que tenía que presentar. Quiero escribir lo que pasó cuando finalmente me crucé con Paz la mañana siguiente,  después de haber hecho lo posible para evitarla  hasta que  tuviera claro lo que tendría para decirle. La verdad es que el episodio en su cama no me dejó confundido para nada en cuestiones del amor (odio escribirlo así), pero sí me confundió la manera en que  la noté cuando hablé con ella.  Frente a ella me sentí como el teniente Frank Drebin.