sábado, 8 de octubre de 2022

20-20 Y DESPUÉS (Capítulo 7)

 

Este relato es FICCIÓN


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                                                          7

                        

Antes de apagar el velador y lograr una cantidad mínima de sueño para empezar una nueva semana, agarré mi tablet nueva y puse al día estas notas (en realidad me puse a editar las cosas que venía escribiendo). No sé si es que alguien aparte de mi vaya a leerlas alguna vez. No sé, pero escribir me hace bien, es algo que recomiendo a los demás. 

     Por supuesto que no fui a hablar con Paz a su casa al mediodía como me sugirió cuando la encontré en el ascensor, aunque estando solos otra vez en su casa, a lo mejor, se deja de joder con el orgullo o la autoestima, o el cuidado de que algún vecino pueda enterarse, o lo que sea que le esté pasando. ¿Qué onda? ¿Es algún tipo de estrategia? ¿Una movida de guerra de la bandera muerte al macho?  Esta chica es bastante liberadita y hubo ocasiones en las que claramente se me insinuó. No fui a su casa porque yo también decidí que ♪ lo que pasó pasó entre tú y yo ♪ Ustedes no me escuchan, pero estoy cantando una de esas cancioncitas que ella pone;  por si acaso, no es el tipo de música que me gusta.

     Si la policía de la web me detecta escribiendo lo que oigo decir a mis compañeros de oficina para evaluar un caso así (ya saben, una chica te induce a hacerlo con ella y, después de consumado el asunto, niega que ocurrió y pretende que uno es el loco), seguro que pierdo puntos para aplicar al crédito social de emergencia. Que con la inflación galopante y el continuo desabastecimiento post Rusia/Ucrania, no me conviene poner en riesgo mis finanzas domésticas.  Por cierto, tengo que ser más prolijo con la administración de mis gastos, consumos, y mi huella... No solamente los codiciosos y manipuladores planifican a mediano/largo plazo persiguiendo sus intereses. ¡Todos tenemos derecho a planificar independientemente nuestras vidas!  La gente de a pie no tenemos intereses multimillonarios, ¡tenemos libertad! Además, dicen que en los países más autoritarios, cuando detectan en los aparatos electrónicos palabras que ahora se clasifican como lenguaje de odio o sexista, o rebelde para con el Estado, hasta secuestran y torturan a la gente. Nunca imaginé que las cosas que se cuentan en películas como The Truman Show o Demolition Man se convertirían en realidad. Yo me reí por lo bajo de Esteban, mi compañero [ver entrada anterior], cuando dijo en clase que Hollywood nos venía preparando. Lo que no entiendo es por qué dijo eso si la película que alguien había mencionado fue El día después de mañana, del director de Día de la Independencia.  Siguiendo la hipótesis de Esteban, creo que se puede sacar el factor común del polinomio formando por películas, directores, Hollywood y mensajes a la mente de la gente. No voy a escribir cuál es el factor común para evitar que apliquen conmigo el no tendrás nada y serás infeliz, además de la consabida hecha la ley hecha la trampa, aunque en esa me parece que estamos cayendo todos. Tengo que mejorar mis consumos, mi huella de...A la huella a la huella, Claus y Puertitas  /A la huella a la huella que contamina ♪... Tampoco me escuchan, pero sigo cantando, es la prueba de que conservo el buen humor a pesar de todo.                         

                                    

     Hace un rato, mientras dejaba lista la ropa para trabajar al día siguiente, oí que me llegaban mensajes de Wasap. Eran de mi hija, de Darío (debe ser lo de inglés para su chico), de Paz (¡ajá!), y de un número desconocido. A mi vecinita la voy a dejar para el final. Ya que se hace la misteriosa, yo también haré lo mío.

     Nuria (mi nena) por fin me manda algo. Dice que aprobó todos los exámenes con buenas notas, aunque le quedó para recuperar inglés. Es que no hay forma de convencerla de que estudie conmigo, prefiere estudiar sola o con sus compañeras. Le quise pagar una teacher pero ella no quiere, insiste en que gaste en su regalo, lo cual me recuerda que el cumpleaños es en un par de semanas. Mientras escribía que la felicitaba por los exámenes veía que ella estaba agregando algo:

    “Pa, no te preocupes por la play. Mama dice que Silvio iba vender una suya pero q me la deja”

     “Bueno igual te felicito mi amor. Viste, estudia conmigo o deja que te pague la — Quien es silvio?”

    Pasaron unos segundos de nada, y: 

   “Es la pareja de mama”

    “No me contaste. Lo conoces?”

    “Perdoname, pasa q estaba a full con el cole” 

      Quedé en ir a buscar a Nuria el próximo fin de semana, a ver si esta vez la convenzo sobre la teacher.

    Así que… Paula (mi ex) ... muy bien, muy bien, todo lo mejor para ella... Hmm, no es lindo enterarse de algo así, debo admitirlo. Hace mucho, cuando corté una de mis primeras relaciones, alguien me tiró esta frase: el amor es largo pero el olvido es corto. No, no, creo que es al revés: el amor es corto pero el olvido es largo; que, supongo, implica que vas a sufrir un poco durante algún tiempo. Ahora bien, Paula y yo estuvimos enamorados con la misma pasión adolescente que nos impulsó a casarnos y que duró un poco más de dos años. En realidad, lo digo desde mi punto de vista, no sé si ella siente lo mismo. Lo cierto es que seguimos juntos por un tiempo después de creer que habíamos superado una crisis seria de la cual yo fui el responsable. No voy a escribir sobre eso ahora ni sobre lo penoso de la separación que dejó en el medio a nuestra hija. Demasiado pronto, después, yo logré que un clavo sacara a otro clavo, aunque fue una anestesia que duró poco. Por eso, cuando le referí mi historia a alguien, me tiraron la frase esa de que el amor es corto y bla bla. Ahora me entero por mi hija de la nueva pareja de Paula, y siento que eso me jode un poco. Punto para Mirta, mi terapeuta: "Eusebio, para mí, vos no cerraste lo de Paula. ¿Por qué seguís solo? No te sigas engañando". La había corrido con el tema de la libertad como derecho natural inalienable, y con la autonomía de la personalidad en medio de la jungla colectivista, pero ahora en cuanto al tema de la libertad sentimental... Sí, punto para la psicóloga oficialista.  Al margen, con todo el peso de la separación, una vez charlé de esto también con mi amigo Darío, y rechacé su óptica excluyentemente piadosa de que si no es hasta que la muerte los separe quedarán heridas que creemos que se van a curar. "Darío, no te ofendas, pero la tuya es una postura... ultraderechista... no está acorde con los tiempos que corren". "Ya sé, Euse —me retrucó—: lo que te digo será ultraderechista o conservador para muchos. En los tiempos que corren, hay mucha gente que no sabe perdonar ni pedir perdón. Eso trae consecuencias". Con la mirada, parecía que Darío me leía la mente.

   Y hablando de Darío:  

   “Euse, porfa, podras esta semana con Mati antes del viernes? El viernes tiene examen. Decime cuanto te pago” 

   Antes de que le contestara algo, Darío me pasó el contacto de Wasap de su hijo para que arregle el horario con él. Qué hincha pelotas, no tengo ganas de enseñarle a nadie ahora salvo a mi hija. En fin, un par de horas no debería complicar mucho mis horarios, a lo sumo disfrutaré menos tiempo escribiendo para este diario…  ¿Diario? Cada vez se parece menos a un diario. OK, ya no le voy a poner fechas a las entradas que escribo.  Mati, Mati... Voy a reservarle este próximo miércoles cuando vuelva del trabajo.  Después le preguntaré qué necesita exactamente. Mati no es tan chico. Creo que ya terminó el secundario o está en eso. La verdad, podría decirle a Darío que no puedo, pero como ya conté, una vez le prometí ayudarlo con inglés. No quiero llevarme mal con un viejo amigo. Un hombre separado que vive solo necesita un poco de vida social.

    A continuación, amplié la foto del mensaje desconocido para ver quién era.   Pero… ¿No será...? ¡Noooo! ¡Genaro! ¡Genny! ¿Qué quiere?   Tardé unos segundos en reconocerlo porque cambiaba seguido de look (o de concepto, como él decía): Genaro es hermano de Paula. Cuando era mi cuñado ¡me hacía pasar cada veranito! Este Genaro —aunque él quería que lo llamáramos “Yeni'', deletreado por él como Genny, ¡cualquiera!—, Genny… No está bien ese chico, y no lo digo porque él sea gay, porque eso es de lo más común  en la “nueva normalidad''. Es solo que los "cavernícolas" todavía existimos, aunque dicen que somos cada vez menos. Dicen. En fin, no sé qué quiere. Al leer su mensaje, me parecía escuchar esa voz de personaje de Favio Posca que tiene: 

     “Euse, soy Genny - Me urge verte. Paso por tu casa mañana o el martes” 

    Genny permanecía En línea como esperando que le respondiera. ¿Qué le pongo?

  “Hola Genaro. Mira, estos dias estoy complicado de tiempo” 

   “Euse, mi situacion es delicada, necesito tu rescate de manera imperiosa”

   No sabía qué responder, pero no dudé en no llamarlo Genny para anticiparle la cuota de frialdad que generaron los años sin tener contacto y por el hecho de que ya no éramos parientes. Después de terminar con Paula, no esperaba volver a tener que ver con este loque. Mala actitud la mía por lo que ya les cuento.

   “En que andaras esta vez. ¿Es algo urgente?” 

    “Por favor, hemos atravesado juntos momentos duros te acordarás pero salimos adelante” 

     Debe ser lo que estoy temiendo; no puede ser otra cosa: cuando andaba por los diecinueve y acababa de conocer a Paula, por un tiempo necesité de un lugar para vivir porque me había peleado con mis viejos por haber dejado la facultad y porque mi novia de aquel entonces no les caía bien a ellos; cuestión que me fui de casa dando el portazo. Y entonces este Genaro —gracias a la mediación de Paula— me dejó compartir el departamento que él alquilaba. Cuando más tarde me enamoré de ella, Genny facilitó bastante mis movidas para que llegáramos a estar juntos. De ese año y medio de correrías en las que con mi excuñado parecíamos Dean Martin y Genny Lewispero del cuarto mundo— también podría escribir. ¿Para qué? Después del The End sobre la pantalla y de la música de final feliz (me comprometí con la chica de mis sueños de ese momento) suele retomar la realidad. Ahora no puedo darle la espalda a Genaro. No, no puedo, aunque se trate de Genny… Ey, a no entrar en pánico, todavía no sé concretamente qué necesita. En fin, le respondí que lo esperaba en casa y me desconecté sin pasarle la dirección. Seguro que ya la averiguó.

     Y ahora, ¿qué le pasaba a mi vecina, la bella durmiente con flequillo? Puso que estaba en camino el delivery de Pedidos Ya y que me invitaba a cenar con ella. Pero, no. No pienso ir. También permanecía En línea en el Wasap, vio que yo estaba conectado. No le voy a contestar, me dije. Y abandoné el celu sobre algún mueble. En el placar tenía camisas sin planchar. ¿Por qué no me dejarán un poco en paz? Oh no, mejor ¡déjenme tranquilo! Wasap, wasap. La vida era mejor antes cuando las cosas pasaban cuando tenían que pasar, y no te enterabas de todo al instante, ni te ponías un poco ansioso porque no te respondieran enseguida. Además, con el telefonito verde en el celu, todos se enteran de si estás o dónde estás, ves que suben boludeces al estado, y puede que no estés de humor para esas cosas; después te entra la curiosidad cuando cambian las fotos, y te aparece gente que no querías volver a ver… 

     Me dije, tendré que volver al consultorio de Mirta, mi terapeuta, y admitirle que posiblemente no tenga negociada…— no, el término era “elaborada”—, elaborada mi separación con Paula como le dije, y que en definitiva tal vez no soy tan… tan…   Mirta me va a knockear con un uppercut, se pondrá exultante de pronto, y con un sacudón de su cabeza quedará salvajemente despeinada, sus anteojos por el piso, y lanzándose para estar a horcajadas sobre mí me susurrará intimidante al oído: maldito machirulo, te atrapé sin pulóver.  No, no. Eso es muy de los guionistas Zucker, de "Dónde está el piloto/La Pistola Desnuda". Mantengamos la cordura: pasa que Mirta me señaló que yo era muy reticente en reflexionar sobre mis relaciones fallidas post Paula; quería demostrarme que ella tenía la razón. También debe haber percibido que yo la miro con ojos de... (Ey, no tengo por qué contar todo acá). En cuanto a la tarea que me dio, no escribí un carajo sobre lo que estuve observando a mi alrededor, ni siquiera sobre el par de infelices que no dejan de boquear a causa de la mala leche que los corroe por dentro. Si voy a verla, lo que haré será limitarme a leerle algunas partes de esto que estoy escribiendo ahora. Si me dice, A ver, ¿me prestás eso?, le contestaré con un firme no. Es improbable que se ofenda y que yo tenga que buscar otra terapeuta para empezar otra vez. No creo que pase eso. ¿Cuándo voy a verla? Después del mid-term exam, la próxima semana.

     No, no, no creo que realmente necesite ir a ver a Mirta. No me está pasando nada serio. Son solo cosas que se juntan cada tanto. Nada grave, es solo que mi ex está rehaciendo su vida y mi reacción no es de indiferencia como yo suponía, mientras que mi nena va a recibir el regalo que tanto espera, pero de parte del otro; es solo que tendré que dar un par de clases a un chico restándole tiempo a las decenas de fotocopias que todavía me esperan desordenadas, porque los PDF salvan árboles, pero te arruinan la vista, ¡las personas también son importantes!; que le debo un favor al loco de mi excuñado (“ya me dio cosa”), y que… 

     Esta vez sonó el timbre de casa. Salí de mi cuarto a la sala con la camisa en una mano y la plancha en la otra. Me acerqué hasta la puerta y pregunté quién era.

 —¡Euse! Ya está abajo el chico del pedido. Venite que comemos. Pedí una calabresa, que te gusta.

   ¿Qué carajo hago? Una calabresa. Todavía no me preparé nada y hambre tengo, pero no quería darle bola a esta. Me quedé callado por un instante. Tocó de nuevo: 

   — Dale, no te hagas rogar. Sé que estás ahí, guacho.    

   Le mandé la llave deslizándola con fuerza por debajo de la puerta. 

   — Abrí— le dije secamente.

    Mientras la llave giraba en la cerradura ella me decía:

   —¡Qué ocurrente, che!  ¿Qué estás, creativo?  Vení comemos, y si querés hablamos, o si no querés no.

    Ya la tenía enfrente, me miraba con preocupación. Le dije vengativo:

  —Así me pasaste la llave cuando estuve con vos en tu casa, ya sabés, esa mañana.

  —¿Y si te entra un chorro y te desvalija la casa?  Qué loco este —me dijo cruzándose de brazos. No le contesté. Levanté la plancha y agarré la camisa de nuevo en el ademán de continuar con lo que estaba haciendo. —. Me preocupás, Euse, en serio. Tanto, que soy capaz de planchar esa camisa por vos. Sí, como lo escuchás. Vení un rato, comemos un poco y nos relajamos. Che, no me mirés así…







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